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Una tregua farsa que no sirve a Batasuna

El comunicado ni siquiera cumple las peticiones de Batasuna, a la que trata de dar un «balón de oxígeno» para que esté presente en las municipales

JAVIER PAGOLA/PABLO MUÑOZ

ETA, debilitada por los sucesivos golpes policiales, presionada por una Batasuna a la que en estos momentos no puede controlar, y urgida por los «mediadores internacionales», se vio obligada ayer a anunciar que desde hace meses mantiene un alto el fuego . Una tregua farsa, ya que ni tan siquiera especifica si es «permanente», o si está sometida a «verificación internacional». El pronunciamiento de la banda terrorista no satisface al Ministerio del Interior y, además, tampoco cumple el nivel de compromiso que le había solicitado Batasuna, por mucho que ayer sus dirigentes escenificaran una valoración positiva al asegurar que se trata de «una aportación de valor incuestionable» para lograr la paz e «instaurar un proceso democrático».

La puesta en escena para anunciar esta tregua farsa —tres terroristas con capuchas blancas en un vídeo difundido por la BBC— es similar al método utilizado para anunciar la que dio inicio al «proceso de paz» con el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, pero en este caso el grado de compromiso mostrado por los pistoleros es incluso mucho menor. Tras la ruptura del último alto el fuego, el Gobierno ha declarado por activa y por pasiva que sólo aceptaría una declaración en la que ETA anunciara el abandono definitivo de las armas. Por tanto, rechazaba de antemano todo anuncio de tregua permanente, indefinida o con fecha de caducidad. En este contexto, fuentes del Ministerio del Interior consideraron que el anuncio de ayer es «un paso», pero a todas luces insuficiente. Paso porque, en definitiva, demuestra que la banda reconoce su debilidad. En ocasiones anteriores, las treguas se han visto precedidas de brutales ofensivas terroristas, dentro de esa macabra estrategia de acumular cadáveres sobre una hipotética mesa de negociación para que los terroristas se sienten en una posición de fuerza. Por otra parte, el alto el fuego declarado en 2006 se vio precedida por un «trabajo de cocina» entre Jesús Eguiguren y «Josu Ternera», que consensuaron la «hoja de ruta» a seguir durante el «proceso de paz». En esta ocasión, el anuncio de la tregua-farsa es a iniciativa unilateral de un grupo de cabecillas de bajo perfil, al mando de una banda a la deriva que perpetró su último asesinato hace ya trece meses.

Tras el último debate interno que concluyó con la aprobación de la ponencia «Zutik» y la propuesta de Alsasua, Batasuna ha venido apostando presuntamente por un proceso sin violencia ni injerencias. Hace unos días daba un pequeño paso más al solicitar a ETA una tregua «permanente» y «verificable» internacionalmente. Pues bien, en el comunicado de la banda difundido ayer para nada se compromete a cumplir estas dos condiciones.

En la propuesta de Alsasua, difundida el pasado otoño, la «izquierda abertzale» exhibía la «doctrina Mitchell» que se aplicó en el proceso irlandés, y que recoge, entre otros principios, la ausencia de cualquier tipo de presión o amenaza durante unas negociaciones y la creación de una comisión de expertos que verifique la entrega de las armas. Para nada alude ETA en su comunicado estos principios. Prefiere apostar por la «hoja de ruta» de Anoeta, en la que se reservaba la capacidad de abastecerse de dinero y armas durante el «proceso de paz» e incluso a responder en caso de «defensa propia». Es más, la tregua farsa anunciada ayer afirma que «hace algunos meses tomó la decisión de no llevar acciones armadas ofensivas». De ello se desprende que se reserva el derecho a cometer otro tipo de «acciones armadas» que no sean «ofensivas», como, por ejemplo, robo de explosivos, armas o vehículos, cobro del «impuesto revolucionario» o reorganización de «comandos» para defenderse de posibles ataques.

Así las cosas, los expertos en la lucha antiterrorista subrayan que el comunicado de ayer busca sacudirse la presión de una Batasuna a la que en estos momentos ETA no puede controlar ni dirigir. Pero, obviamente, no satisface las peticiones formuladas por la «izquierda abertzale». Tampoco las exigencias, ya ambiguas de por sí, de los «mediadores internacionales» que hace seis meses le emplazaron, desde Bruselas, a que anunciara un alto el fuego «permanente» y «verificable».

Los mismos medios tampoco descartan que el escaso perfil del comunicado —no se especifica cuándo se inició la tregua farsa, no se habla de presos, no hay emplazamiento al Gobierno ni a los partidos vascos para formar mesas de negociación— obedezca también al hecho de que ETA no ha conseguido completar su «comité ejecutivo», carece de un líder con peso y, por tanto, no se atreve a comprometerse con decisiones de gran trascendencia para el futuro de la banda. De acuerdo con esta hipótesis, trataría de ganar tiempo, ya que los cabecillas son conscientes de que en estos momentos no estarían preparados para afrontar una negociación.

Pero una vez más la clave está, según las fuentes, en que se acercan las elecciones municipales y los terroristas saben que si no consiguen estar en ellas su declive, ya inexorable, se aceleraría. Batasuna tiene serios problemas de supervivencia y lucha por estar presente en esos comicios. ETA, pues, ha querido dar a ese mundo un «balón de oxígeno». Pero esta tregua farsa tampoco le sirve.

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