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Desenjaulemos a Sonsoles

CON el avión oficial yendo y viniendo de gañote a las rebajas de Londres. Con la piscina climatizada para dedicarse a algo tan gratificante como hacer submarinismo en plena meseta. Con Elena Benarroch como primera dama de su corte. Con los aproximados setecientos mil millones ... de asesores que tiene su señor esposo. Sin tener que pensar qué va a poner de cenar a las niñas cuando vuelvan del instituto. Sin tener que pagar ni factura de la luz, ni factura del gas, ni factura del agua, ni factura del teléfono, ni recibo de los gastos de comunidad, ni hipoteca, ni IBI del piso. Sin tener que pensar en el coche, que si hay que llevarlo a lavar porque está guarrísimo, que si el mes que viene hay que pasarle la ITV, que si va a caducar el seguro... Sin estas ataduras cotidianas, prisiones del alma, mazmorras del espíritu, yo creía que doña Sonsoles Espinosa, cuya mano beso, estaba encantada de la vida, de la gran vida, de la vidorra que se pega a costa de todos nosotros como inquilina de la Moncloa, en cuanto esposa del presidente del Gobierno.

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