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Una débil presidencia

LAS condiciones con las que el Gobierno español afronta el semestre de Presidencia europea están lejos de ser ideales. En el interior, José Luis Rodríguez Zapatero padece una debilidad política que ratifican insistentemente las encuestas de opinión y es, con más de cuatro millones de parados, la economía más afectada por la crisis entre los países grandes. Hay que reconocer que la autoridad del presidente del Gobierno en la mayoría de los campos que estarán sobre la mesa este semestre no es su punto más fuerte, así que en cierto modo le favorece el hecho de que con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa deberá compartir el protagonismo con el presidente permanente, Herman Van Rompuy, porque antes de resolver los problemas europeos hay que ocuparse de los domésticos.

A pesar de que los usos comunitarios exigen que la Presidencia centre sus esfuerzos en la búsqueda de un consenso general en lugar de aprovechar para poner en la agenda los asuntos de su interés particular, el Gobierno ha preparado un programa a la medida de su estilo político hasta en las relaciones internacionales. El caso más palmario es su insistencia en el intento de eliminar la posición común sobre Cuba que exige al régimen de La Habana reformas democráticas, un caso en el que el Partido Popular ha advertido acertadamente que no apoyará al Gobierno.

En otras condiciones, la gestión de Rodríguez Zapatero podría haber sido la ocasión que los socialistas europeos necesitan para levantar su moral, aprovechando además la confluencia con otras circunstancias de la situación internacional, como la presencia de un presidente demócrata al otro lado del Atlántico, aunque harían falta circunstancias extraordinarias que no se vislumbran en estos momentos para que los próximos seis meses le dieran al Gobierno el mismo relumbrón que los fuegos artificiales y los efectos luminosos que han saludado el comienzo del semestre español. Con tres ciudadanos secuestrados por Al Qaeda o la amenaza de acciones terroristas por parte de ETA que ha anunciado el ministro del Interior, la realidad es bastante más compleja que las invocaciones europeístas del presidente del Gobierno.

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