Un sacerdote español muere apuñalado cerca de La Habana

Alrededor de esa hora, según esta misma versión, el vigilante de la parroquia en la que trabajaba Arroyo se percató de que una columna de humo ascendía desde el interior del edificio. Los bomberos, alertados por el vigilante, tras sofocar las llamas hallaron el cuerpo sin vida del sacerdote, que en agosto iba a cumplir tres años de misión en la isla.

La CCDHRN asegura que el automóvil de Arroyo fue robado después del asesinato, y que dentro de «un año y medio» el religioso «iba a terminar la misión».

El sacristán de Regla, Orlando Arocha, declaró a Efe que Arroyo se encontraba sobre un colchón quemado y que el vigilante, al tratar de sacarlo del edificio, se dio cuenta de que estaba muerto y sangraba. Añadió el sacristán, asimismo, que el religioso llevaba 20 años en Cuba y tenía previsto viajar a España el sábado próximo.

Fuentes diplomáticas españolas confirmaron a ABC el fallecimiento por arma blanca y señalaron que el Gobierno confía en la actuación de las autoridades cubanas. Al cierre de esta edición, el Arzobispado de la Habana no había confirmado la noticia, aunque anunció que enviaría un comunicado pasadas unas horas. Numerosos vecinos se acercaron a la parroquia de la Virgen de la Regla para agradecer la labor de Arroyo, que pertenecía a la diócesis de Madrid, según la agencia de noticias española.

El segundo asesinato

Mariano Arroyo se convierte así en el segundo sacerdote español asesinado en la capital cubana en lo que va de año. A mediados de febrero, el cadáver de Eduardo de la Fuente Serrano, de 61 años de edad, fue encontrado arrojado en la cuneta de una carretera cerca de la capital cubana. Al igual que Arroyo, su cuerpo mostraba signos de haber sido apuñalado. En un lugar relativamente alejado del cadáver las autoridades hallaron su automóvil calcinado. Aún se desconocen los resultados de las investigaciones de la muerte de De la Fuente, ya que no se han hecho públicos.

La CCDHRN expresó su pesar por una situación que considera «muy grave», ya que amenaza a la integridad de los que difunden «la visión de la Iglesia católica en la isla», aunque no mencionó si existe algún vínculo aparente entre los dos homicidios.