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Los pellizcos de Rouco

La humillación a la que el Cardenal Rouco ha sometido al también Cardenal Carlos Amigo es algo más que el habitual pellizco de monja con el que se agreden, dentro de un orden, los responsables de la Iglesia española. Amigo, hombre de formas y talante ... diametralmente opuesto al del Cardenal de Madrid, ha sido removido de su puesto mediante el nombramiento de un coadjuctor, Monseñor Asenjo, al que se ha investido como sucesor a seis meses vista con todas las galas y boato. Cuando Amigo cumpla setenta y cinco años será removido de su diócesis y enviado vaya usted a saber dónde, cosa que no ocurrió con sus antecesores, los cardenales Bueno y Segura, que se perpetuaron en el cargo hasta su muerte. Con coadjuctor, pero hasta la muerte. ¿Por qué, pues, la ceremonia concelebrada de la pasada semana en la Catedral de Sevilla, en la que sólo faltó el chófer del Papa, para entendernos? ¿Qué tiene el todopoderoso Rouco contra Amigo?

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