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Te vas a enterar, sorda

ASISTIMOS entre la estupefacción y cierta rabia al espectáculo lamentable que ha ofrecido y sigue ofreciendo la jussticia en torno al caso de la madre supuestamente maltratadora de su hijo por haberle propinado un cachete en la nuca. Sabido es que la progenitora B, sordomuda ... para más señas, de un chaval de unos diez años, ha sido juzgada y condenada a la pena de cuarenta y cinco días de cárcel y un año de alejamiento del menor por haberle soltado un manotazo que lamentablemente hizo que se diera con el borde del lavabo y sangrara por la nariz o por la boca. Previamente el menor le había tirado a la madre una zapatilla cuando había sido reprendido -supongo que no a gritos- por no haber cumplido con su deber escolar de cada tarde. Un episodio de «violencia» con sangre casual de por medio como hay tantos en la vida cotidiana, suficiente como para que se de a entender que los golpes no son la solución, pero difícilmente para poco más si se aplica medianamente el sentido común. ¡Quién ha dicho que ese era el intento de la juez! A la cárcel con ella y a la calle después, ya que no podrá acercarse a su hijo a menos de quinientos metros durante un año. Dónde irá a vivir durante ese tiempo y con qué medios no es cosa de la magistrada. Qué explicación se le dará al hijo, tampoco. Cómo se recompondrá esa familia después de acabar condena tan estúpida, aún menos. Caben varias posibilidades: que la tutela del hijo «maltratado» sea asumida por las autoridades autonómicas correspondientes, dado en acogida a una familia neutral y devuelto posteriormente a su madre cuando se haya cumplido la pena o que el padre, que también existe y está aún más perplejo que la madre, inicie un proceso de separación de semejante fiera corrupia. La juez asegura que esa es la legislación y que no ha tenido más remedio que aplicarla, cosa que no convence a quienes saben que la leyes son perfectamente interpretables y considerandos como los que concurren en este caso son suficientes como para tomar decisiones muy otras.

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