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artes&letras castilla-la mancha

Nuestro poeta en Nueva York (46): Aquellas tardes de marzo

El poeta, profesor y traductor toledano Hilario Barrero envía desde Nueva York, donde reside desde 1978, un nuevo texto que acompaña a una imagen

Nuestro poeta en Nueva York (46): Aquellas tardes de marzo h.b.

por hilario barrero

Nueva York es una trapería de lujo donde se encuentra de todo. Es un museo al aire libre donde uno puede tropezar con la muerte al amanecer o con la ventana desde donde Lorca se asomaba a la vida. Nueva York es también un cementerio donde hemos ido enterrando amigos y tachando sus nombres de la agenda. Uno, que durante muchos años fue quincallero de su soledad, que se asomó a la ventana de la muerte y de la vida, y fue mendigo de sombras, iba llenando su casa con huesos de niebla, despedidas agrias, voces de plata, silencios de acero y bombas envueltas en seda que hubieran podido estallar. Y ahora comienza a deshacerse de cartas desvaídas, fotografías apagadas, libros, vanidades oxidadas. Cada jornada al salir del laberinto se siente deslumbrado, el alma encharcada y en la sangre clavos. Y, sin llamarlas, vuelven aquellas tardes de marzo en Toledo, los almendros en flor cuando el atardecer, como un perro rabioso, le mordía el corazón recién despierto y le arañaba la mirada como ahora se la ciega el lobo despiadado de la vejez.

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