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Así fue el Quijote de Scaparro

Castilla-La Mancha, en la edición de un libro-DVD sobre la relación entre el director y el guionista Rafael Azcona

Así fue el Quijote de Scaparro abc

por antonio lázaro

El Quijote, desde su marco geográfico tan preciso (la aldea, las dos salidas por La Mancha hasta Sierra Morena, la tercera hasta el mar en Barcelona), es el más universal de los libros. La maestría literaria de Miguel de Cervantes puede tener mucho que ver con ello. Pero ante todo, el hecho de que a la perdurabilidad de todo clásico cabal (ese saber hablar y contar su historia a cada nueva generación) añade el haber sabido recrear en acción y nombrar por primera vez dos arquetipos de la condición humana. Lo espiritual y lo corporal, la materia y el alma, la abstracción y lo concreto, el ideal y lo real, la tierra y el cielo: integrando, fusionando, transformando en un arco magistral los dos planos. En todo tiempo y en toda latitud habrá un quijote y habrá un sancho; es más: en cada uno de nosotros, momentología mediante, habitan un quijote y un sancho.

Siendo como es el más universal de los libros, su arraigo es explícito: La Mancha. Incluso si el muy probable converso que fue Cervantes quiso hacer un guiño al estigma de su casta judeo-conversa: los manchados, los que (caso de precisarlos) tenían que maquillar ancestros y comprar voluntades para adquirir hidalguías y completar sus expedientes de limpieza de sangre (horrible expresión acuñada en la España del XVI por un fatuo eclesiástico que sublimó su apellido Guijarro para estilizarlo en Silíceo), incluso así, el marco geográfico tiene pleno sentido.

La Mancha, tierra de paso y de trajines arrieros, acogió un núcleo activo de judaizantes en sus villas y ventas camineras, como vienen acreditando la historia y la filología desde la segunda mitad del siglo XX. ¿Sería Miguel de Cervantes ajeno a este dato, del que emergen entre tantos reos anónimos acosados y hasta martirizados por la Inquisición egregios nombres de nuestras Letras como Luis de León o Antonio Enríquez Gómez? Pensamos que no. Como no es casual que la geografía manchega sea la elegida para las increíbles andanzas de Don Quijote. Una tierra de espejismos que es en sí puro realismo mágico mucho antes de que se acuñara el término.

Ningún don Quijote, ninguna aproximación fílmica o teatral al libro, nos puede ser, como castellano-manchegos, ajena. Incluso esta, promovida desde los años 80 por el gran Scaparro, un mago de la escena italiana, mediterránea y europea, con un Quijote rodado en los estudios de Cinecittà, en la desolación de unas naves inmensas pobremente (en el sentido de arte povera) decoradas, pero que remiten con la mayor fidelidad de espíritu (y puede que de letra) a la luminosa desolación de nuestras llanuras.

A diferencia del anterior centenario, nada o bien poco se escucha hablar acerca por el momento acerca del inminente año de la conmemoración de la segunda efeméride. Ni fastos excesivos pero, desde luego, tampoco silencios sepulcrales. El Quijote, frente al Greco, no vende, he oído decir. El Quijote se vende, nunca dejará de hacerlo, y además nos vende. Perdón por la odiosa terminología pero a veces es preciso recurrir a ella. El mayor activo que tenemos en España, junto al sol, es nuestra lengua con la cultura que ha logrado poner en pie e irradiar urbi et orbe. Si los poderes públicos, no ven la inmensa operatividad de invertir en el Quijote y su centenario para potenciar eso que denominan marca España, es que su presbicia está en el límite de la ceguera y precisa urgente operación de cataratas.

Si antes hemos escrito que Scaparro promueve el Quijote desde los años 80, era por algo. Fue a mediados de esa década cuando consiguió implicar a Rafael Azcona en su proyecto multidisciplinar: una triple adaptación a teatro, a cine y a serie televisiva. Pero es que en los 90, con el inolvidable tamdem Flotats-Echanove, el proyecto sube a los escenarios españoles. Y en los 2000, Pino Micol y Peppe Barra lo desempolvan para los italianos.

El entusiasmo y gran profesionalidad de Daniela Aronica, desde su activo Istituto Italiano di Cultura de Barcelona, y el noble afán del gobierno riojano por enaltecer la memoria de su hijo preclaro, el mejor guionista de la España contemporánea, Rafael Azcona, han abonado el terreno para que germine este valioso libro-film El Quijote según Scaparro, entre melancolía, soledades y carnaval, junto a otras aportaciones como las del Instituto Cervantes, la RAI, Cinecittá y la Filmoteca de Albacete, con la ya mencionada de Castilla-la Mancha a través de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes.

Rico tanto en material gráfico (bocetos, escenografías, fotogramas, etc…) y también en guiones, apuntes, notas y hasta correspondencia, el libro muestra los entresijos, las bambalinas, el entorno y el proceso de gestación de tan ambicioso proyecto. Rafael Azcona, cáustico cronista de la España negra y berlanguiana y creador del repelente niño Vicente, se confiesa devoto del Quijote, haciendo tanto uso del libro de libros como los protestantes de la Biblia. Scaparro declara su proyecto, que cumpliría y cómo, de enfatizar, subrayar o potenciar la teatralidad del libro. Lo que, dicho sea de paso, está en su misma esencia, existiendo estudios que relacionan la primera parte con la poesía y la segunda con el teatro. Anticipándose a experiencias neobrechtianas como el Dogville de Lars Von Triers, la versión fílmica no decepciona. La teatralidad desnuda no resta ritmo ni verosimilitud a la acción. Me atrevería a decir que, junto con la versión de Terry Gillian sobre la imposibilidad de hacer un quijote para cine , es tal vez la versión más conseguida del Quijote. Sin quitar mérito a las académicas o canónicas de Gil y Gutiérrez Aragón y a la más heterodoxa de Orson Welles, que no puede evitar transmitirnos que por aquel tiempo estaba en España fundamentalmente dedicado al noble arte de divertirse.

Presentado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el Día del Libro y en una serie de capitales de toda España, un puñado de cinéfilos asistieron recientemente en la Biblioteca de Castilla-La Mancha al estreno en Toledo de esta fascinante propuesta fílmica en un acto presentado por ese gran cervantista, siempre dispuesto a irradiar pasión quijotesca, que es el bargueño Pepe Rosell. Las principales bibliotecas y centros culturales de la Región pondrán en breve al alcance de todos los ciudadanos y ciudadanas esta recreación audiovisual e impresa de la imperecedera ficción cervantina.

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