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ALFILERITOS

Los primeros de la clase

En Castilla-La Mancha estamos de enhorabuena dada la previsión de la presidenta María Dolores de Cospedal para acometer las reformas, que ahora se exigen de manera obligada en cuanto a las administraciones públicas se refiere

por JOSÉ PONOS

En Castilla-La Mancha estamos de enhorabuena dada la previsión de la presidenta María Dolores de Cospedal para acometer las reformas, que ahora se exigen de manera obligada en cuanto a las administraciones públicas se refiere. Fuimos pues pioneros en los ajustes, con un 90% de las medidas propuestas, entre las que conviene recordar la suspensión del Defensor del Pueblo, la eliminación del Consejo Económico y Social, la retirada de la Comisión Regional de la Competencia y la reducción de 86 a 34 en el número de entes públicos, junto a la suspensión del sueldo de los diputados autonómicos y la rebaja en un 20% de los presupuestos de la Televisión regional.

Los principales deberes ya están hechos, con lo cual significamos un ejemplo a seguir para las demás autonomías, que deberán poner ahora manos y cerebros en la cuestión ahorradora, aunque ya algunas han salido con lo archisabido, que no aceptarán las propuestas del Gobierno central. Y se quedan tal cual porque mantienen la mayor, aunque el Tribunal Supremo, el Constitucional y diferentes juzgados les obliguen a cumplir con las sentencias emitidas al respecto. Como siempre, oídos sordos amparándose en que nada les pasará y continuarán en el cargo sus políticos a pesar de la desobediencia repetida. Luego aquello de que España es diferente se queda para los horizontes donde la desigualdad manifiesta elude las obligaciones e instrucciones que sí debemos asumir los demás españoles.

Pero volviendo a los territorios por donde cabalgaba Don Quijote nos quedamos con la declaración de María Dolores de Cospedal cuando destaca la valentía de su Gobierno a la hora de asumir estas reformas, que son buenas para todos los ciudadanos, «porque van a enseñar de manera clara y transparente en qué se gasta el dinero público».

Parece ser que en algo somos los primeros, aunque el ahorro obligado motive unas apreturas del cinturón que crean problemas a los más corpulentos. Por cierto, todavía las autonomías, entre ellas la nuestra, tienen demasiados asesores para una clase política que se entiende inteligente y capaz para prescindir de estas ayudas que cuestan sus buenos dineros.

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