El estigma trans: «Me despidieron porque no querían a gente como yo»
Tres de cada diez personas LGTBI no visibilizan su condición en el trabajo; la tasa se duplica entre transexuales
La nueva ley de Empleo considerará como vulnerable al colectivo
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El día en el que Marta González cambió su nombre en el DNI, fue despedida de su trabajo. En 15 años, nunca le había faltado empleo en el sector mecánico, pero al informar a la empresa de su nueva condición, prefirieron pagarle un ... despido improcedente a mantenerla en su puesto. «A partir de ahí, fue todo cuesta abajo», cuenta ahora, nueve años después, en los que no ha conseguido -hasta hace apenas un mes- una oferta en condiciones. «Me despedían porque no querían a gente como yo, y ahí pillé manía a la mecánica, no quise saber nunca más de ese ámbito. Prefirieron pagar a mantenerme, y eso te deja hundida del todo, te deja en la mierda», reconoce sin apenas poder contener la emoción.
«Como vi pronto la dificultad para encontrar ofertas, me puse como una loca a estudiar informática: ciberseguridad, domótica, programación.... Es a lo que me quiero dedicar en un futuro», cuenta al otro lado del teléfono. Ahora, liberada de armarios y tras encontrar un empleo temporal en el almacén de Amazon de Meres (Asturias), en donde vive, reconoce que la primera barrera que se ha encontrado a la hora de solicitar un empleo tiene que ver con su propia voz: «Lo primero que les choca ya es la llamada de teléfono. Te dicen 'estoy preguntando por Marta'. Luego vas a las entrevistas y ves que no les cuadran ciertas cosas».
Estos nueve años que ha pasado desempleada no han sido nada fáciles para ella: «Terminas en una búsqueda a la desesperada, acabas en páginas de contactos, porque el mero hecho de escribir 'transexual' en el buscador te lleva a ellas, o a anuncios que acaban en guarradas. Es muy complicado encontrar una oferta en condiciones».
A pesar de que está altamente cualificada para trabajar en programación web -ha estudiado en Factoría F5, insiste emocionada-, ahora mismo agradece a Amazon, con quien acaba de renovar contrato por seis semanas más. «Estoy súper a gusto, el recibimiento ha sido genial». Pero llegar hasta ahí no le ha resultado fácil. Ha sido gracias al trabajo de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales y el programa que impulsan para fomentar el empleo dentro del colectivo trans, el 'yes, we trans'.

Según datos de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA), el 22% del colectivo trans está desempleado, un porcentaje que escala hasta el 33% entre las mujeres trans. Las cifras de empleo entre las mujeres trans son muy altas, y esto hace que un 48,2 % de ellas se haya visto obligada a ejercer el trabajo sexual o la prostitución para poder subsistir, algo desde lo que luchan activamente desde las asociaciones.
Y si dentro del colectivo LGTBI tres de cada 10 personas aún no se visibilizada en su trabajo por miedo a la discriminación, en el caso de las personas trans este porcentaje se duplica hasta alcanzar el 58%.
Desde la Federación, David Senabre, coordinador de la sección Laboral, lamenta las críticas recibidas por la nueva ley de Empleo, que contempla en su artículo 50 que el colectivo LGTBI y particularmente el trans se considere vulnerable y de atención prioritaria para encontrar trabajo: «Solicitar una información no es discriminación. Si una mujer decide casarse con otra, va a tener que decir ante su empresa que es lesbiana, pero es que además lo harán ante un organismo que va a proteger sus datos, como es el SEPE».
Senabre destaca, además, cómo cada vez es más habitual encontrar a trans que están cerca de la jubilación y deciden que es el momento de hacer pública su condición: «Hemos conquistado muchos espacio, como el ocio o incluso legales, pero el laboral está todavía inerte. Por eso, hasta que una persona no se siente cómoda en su puesto de trabajo, quizá después de 20 años, no decide que es el momento de abrirse a sus compañeros». Pero en el mundo trans, en cambio, «no hay forma de ocultarse, una persona en tránsito no puede ocultarlo, por lo que se encuentran con más dificultades aún para encontrar empleo», añade.
Para las personas trans, la discriminación empieza en la propia escuela. «No es que solo tengamos dificultades para encontrar trabajo, es que lo arrastramos desde el colegio», cuenta Dylan, un treintañero que se encuentra actualmente buscando empleo. En su caso, explica que dejó el instituto de manera prematura. «Dejé las clases pronto porque me encontraba mal, estaba deprimido y no podía seguir el ritmo del resto. Estuve hasta con tratamiento psicológico y psiquiátrico», recuerda ahora. Tras abandonar los estudios empezaron las operaciones, y pudo compaginarlas con las pruebas de acceso a la universidad. Actualmente Dylan lleva unos meses apuntado a la bolsa de empleo del Proyecto Ámbar, impulsado por la Fundación 26 de diciembre.
En formación continua
«Estoy deseando encontrar trabajo, y por eso no dejo de formarme», explica Dylan. Para ello confía en un cambio social, un punto de inflexión necesario para que no tenga que volver a vivir situaciones como las que soportó este mismo año, cuando se matriculó en un grado superior y los alumnos de la clase intercambiaban imágenes de personas limpiándose el trasero con la bandera LGTBI: «Una cosa es lo que se dice de cara a la galería y otra lo que nos encontramos en la sociedad, que nos discrimina por el hecho de ser trans. Damos por sentado que no hay que dar facilidades porque todo está aceptado, pero la realidad no es así».
Desde el Proyecto Ámbar -de la Fundación 26 de Diciembre dirigido a dar formación y apoyar en la búsqueda de empleo del colectivo trans-, su responsable, Irene Navarro, resume la principal demanda del colectivo: «Tener las mismas oportunidades laborales que una persona que no es trans». Y las mismas oportunidades implica poder postular a una oferta y «sentirse» valoradas, que no «entren por la puerta y al entrevistador le cambie la cara». «Se acercan a nosotros con niveles de ansiedad brutales porque llevan mucho tiempo sin trabajar, tirando de ayudas, cuando es gente perfectamente válida y capaz y tienen ganas de demostrarlo, de ser respetadas como los profesionales que son. Nadie quiere coger nada que no le corresponda, sino tener su hueco y ser profesionales en lo suyo», añade Navarro.
Para dar cuenta de la invisibilización que sufren las mujeres trans a la hora de encontrar empleo, la Fundación LLYC en colaboración con REDI para el Proyecto Ámbar lanzó la iniciativa 'Transparentes', cuyos protagonistas, sentados en sillas traslúcidas visibilizaban las barreras de inserción sociolaboral y contribuían a dar cuenta de su realidad.
Algo diferente es la historia de María Ruiz. No porque esta joven madrileña no haya tenido dificultades por su condición de mujer transexual, sino porque se ha movido en un sector, en sus propias palabras, «más abierto de mente». Fue tras la pandemia cuando dio «el paso», y empezó a ser ella misma «libremente». Con un trabajo precario como profesora de pintura no le bastaba para llegar a fin de mes, y así solicitó acceder a la bolsa de empleo de 'yes, we trans'. «Hay cosas que te explican que quizá no te habías planteado antes. Yo no sabía si ir directamente a una entrevista mostrando mi DNI, que aún no lo tengo cambiado».
En el tiempo en que María ha estado inscrita en esta bolsa de empleo, ha vivido varias aproximaciones de empresas interesadas en su currículum, pero no todo salió a la primera. «Intentaron contactar conmigo para un par campañas fotográficas, pero no llegó a más», recuerda. A la tercera, en cambio, fue la vencida. Rememora ahora lo bien que le fue la entrevista para trabajar en el Comité Español de Acnur, en principio para una campaña temporal y ahora concretamente por una de Ucrania, en la que trabajará hasta finales de año.
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«Soy consciente de que otras compañeras no han tenido tanta suerte como yo a la hora de relacionarse con las empresas. Yo nunca tuve ningún problema ni con mis jefes ni con mis compañeros de trabajo. Me ayudaron a que todo fuese bien», dice. Sobre el proceso para llegar al trabajo, cree que aún pueden mejorarse ciertos aspectos, que en principio no tendría por qué resultar complicado para las compañías, tales como ciertos trámites en los que aparece su antiguo nombre. «Pequeñas cosas que no tienen sentido y se solucionarían fácil».
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