se jubila pero sigue como emérito
Miguel Polaino Navarrete: «La prisión desocializa mientras que rascarse el bolsillo podría ser más efectivo»
El prestigioso catedrático de Derecho Penal afirma que tanta reforma del Código de 1995 afecta a la estabilidad del Estado

Acaba de cumplir 70 años y este miércoles se jubila en la Universidad de Sevilla. Pero seguirá como emérito. Miguel Polaino Navarrete , penalista y académico, es toda una institución de la Facultad de Derecho donde imparte clases de Derecho Penal desde 1967. Formado en Alemania, Austria e Italia, es uno de los penalistas españoles de mayor renombre internacional.
Ha recibido once doctorados honoris causa por Universidades extrajeras (estos días recibe el duodécimo) , por sus aulas han pasado miles de alumnos, muchas generaciones de juristas. Ha dirigido cuarenta tesis doctorales, y muchos de sus discípulos ocupan ahora, en España y en el extranjero, altos cargos académicos, universitarios y hasta políticos.
Es autor de 50 libros y más de 300 artículos, sus obras se han publicado en varios idiomas y sus manuales de la asignatura sirven de libro de texto a muchos estudiantes en todo el mundo. Ha sido vicedecano, decano, vicerrector y rector en funciones, además de profesor invitado en prestigiosas universidades de Europa, América y Asia y experto en comisiones legislativas europeas y latinoamericanas. Obtuvo muy joven la cátedra de Derecho Penal, que ha impartido ininterrumpidamente en Cáceres, Córdoba y Sevilla, rechazando una plaza en el Tribunal Supremo.
Para él, los discípulos han sido el máximo orgullo durante todos estos años e, incluso, dice que ha tenido varios y muy buenos, que han superado al maestro.
Reconoce que siempre le causaron sospecha los rankings de las mejores universidades del mundo y declara que la Universidad es algo vivo y complejo que no admite clasificarse en una lista como si fuera la Champions o la liga de fútbol.
La Hispalense, al margen de esas encuestas, «es una excelente universidad, con una proyección nacional e internacional impresionante, con excelentes profesionales y con excelentes alumnos».
Sin embargo, tiene una asignatura pendiente. Polaino Navarrete cree que puede intensificarse la vinculación entre los estudios teóricos y la realidad mediante el prácticum.
«No hay carrera más práctica que la de Derecho, y eso debe verse desde el inicio. Lo mismo vale para los dobles grados que ahora se imparten en nuestra Facultad, y también para la carrera de Criminología, donde acaba de graduarse la primera promoción, que me nombró amablemente padrino. La teoría no puede estar a espaldas de la práctica. Nada hay más práctico que una buena teoría, decía Kant», afirma.
Es uno de los profesores que se opuso al traslado de la Facultad de Derecho a Viapol «un error histórico que nunca lamentaremos lo suficiente».
«Fue una decisión que jamás adoptó la Facultad. Además, Derecho fue la primera Facultad en llegar a la Fábrica de Tabacos y la que tenía, por tanto, mayor derecho en permanecer, agrega.
También ha cambiado a lo largo de su carrera la consideración a los profesores. «Mi maestro José María Navarrete recordaba que en Santiago y en Sevilla el guardia paraba el tráfico para que cruzara la calle el Catedrático. Eso ahora sería impensable… afortunadamente. Pero quizá hayamos llegado al extremo inverso: falta de respeto, zafiedad, minusvaloración de la autoridad del docente, no sólo universitario. Es una característica de la Sociedad española. En Asia o en Latinoamérica, curiosamente, existe un respeto imponente por el profesor . Le contaré una anécdota. Fui invitado dos meses a dar clases en Osaka, Japón. El primer día acudí a un supermercado cercano a comprar ciertos productos de avituallamiento. Conversé brevemente con el cajero, estudiante de esa Universidad. Cuando se enteró de que yo era profesor invitado en su Universidad se deshizo en reverencias y admiraciones», relata.
Otra cuestión que no pasa por alto es el actual Código Penal de 1995 que se ha modificado 30 veces en menos de veinte años. Recuerda que alguna reforma ha variado la tercera parte del articulado y que algunas figuras se han reformado tres o cuatro veces en poco tiempo.
«Estamos hablando de delitos que afectan a la libertad del ciudadano. Ortega y Gasset decía, en los años 30, que el Estado se había convertido en una máquina de disparar continuamente leyes. Qué diría ahora. Tanta reforma afecta gravemente a la seguridad jurídica y a la estabilidad del Estado », manifiesta el profesor.
Dice que «yo no soy político ni legislador, aunque he presidido algunas comisiones legislativas de reformas en Latinoamérica» y que si pudiera «reduciría drásticamente el Código español, que es kilométrico, enrevesado, reiterativo y excesivamente punitivista».
Demás la reinserción social como meta del Derecho Penal parece que no se ha se ha conseguido en España. Opina que una solución pasa por potenciar, en los delitos no excesivamente graves, las penas pecuniarias en detrimento de las penas de prisión y añade: «La prisión desocializa mientras que la pena pecuniaria, esto es: que el ciudadano tenga que rascarse el bolsillo, puede ser extraordinariamente efectiva».
En cuanto al colapso judicial considera que la falta de medios y la burocratización es algo endémico, en la Universidad y en la Administración de Justicia. En parte, según señala, se debe a un exceso de judicialización de la vida, a que del Derecho Penal se espera todo. «Una reducción drástica de la materia penal reduciría el colapso», opina.
Miguel Polaino Navarrete ha tenido grandes maestros. El primero, su padre, Lorenzo Polaino , juez, secretario judicial y profesor universitario, que fue también académico de Buenas Letras. En Alemania trató a los más relevantes profesores de la época: Welzel, Maurach, Jescheck, y luego Roxin y Jakobs . Con estos dos tiene aún una excelente relación, aunque discrea en varias cosas.
«Jakobs es una cabeza privilegiada que ha renovado el Derecho penal con su teoría funcionalista. Yo he introducido críticamente su pensamiento en España. Discípulo muy cercano a él y su pensamiento es un profesor de mi departamento, que ha traducido varias de sus obras al castellano: Miguel Polaino-Orts».
Ahora que se jubila y jubilación viene de júbilo y de alegría aprovechará el tiempo para algunos viajes, para la lectura, y para terminar algunos libros que tiene entre manos. Como emérito dará también clases, al mismo nivel que en activo . El nombramiento de emérito es algo así como «una jubilación en paracaídas, una despedida en varios actos, una salida por la puerta del Príncipe».
En todo caso, es una deferencia honorífica que le ha honrado mucho. «Hablando en términos jurídico-penales agradezco a los autores, a los inductores y a los cómplices de ese nombramiento en mi departamento, en la Facultad y en el Rectorado», termina.
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