proverbios morales
Honor
La oposición no acaba de captar la sutil diferencia entre «su moral y la nuestra»
Trabajos
Escatológica
Creo yo que el contraste entre las reacciones de Margarina y Susana a las opiniones que sobre ellas compartían el Saunas y su esbirro Filtrábalos delata aquello en que para la zurda consiste el sentido del honor. Veamos: mientras Susana afirma sentirse muy jodida ( ... sic), Margarina, entre gorjeos cristalinos copiados a la otra Pájara –la Loca–, se pregunta por qué va a dolerle lo que se dijo en una conversación privada hace ya muchos años, muchos, aunque algunos menos de los que lleva sirviendo a España como menestra de verduras. Ahí está el intríngulis. Susana está o dice sentirse jodida porque desde hace seis años ya no es lo que era; Margarina se toma a choteo lo de la pájara que se acuesta con uniforme porque sigue en el comedero donde hace siete la puso el Puto Amo de la Jaula.
Resumiendo: el sentido socialista del honor personal puede resumirse perfectamente en aquel espléndido proverbio que reza «dame pan y llámame tonto», pariente del asimismo tan celebrado de «ande yo caliente y ríase la gente», ambos dirigidos frontalmente contra el casposo prejuicio castizo del «qué dirán» desde una posición subversiva que cuenta a su favor con una de las cumbres canónicas de la literatura patria, 'Lázaro de Tormes'. Ha llovido bastante desde el Siglo de Oro hasta este Siglo de Caca, pero dicho principio moral permanece incólume, si bien formulable de múltiples maneras posmodernas. Por ejemplo, «sea yo ministro, queridos chavales, y llámeme maricón Lola Puñales».
La derecha se escandaliza ante este tipo de comportamientos y apela al sentido del honor de la izquierda, para que reaccione frente a las injurias que recibe de sus propios jefes. Pero la izquierda no lo ve así. Para medrar en ese medio, hay que tragar lo que haga falta (así se forjó el acero). No le vendría mal a la oposición leer un clásico comunista, 'Su moral y la nuestra', de Lev Trotski, que ya glosaron en su día Sartre y Simone Weil, entre otros. Se enterarían entonces de que lo que tienen enfrente es un personal de otra pasta, inmune a las intimaciones basadas en axiomas éticos supuestamente universales, como el honor, por ejemplo. Los miserables –en todos los sentidos– no pueden permitirse esos lujos.
En cuanto al estilo centáurico del Puto Amo, ¿qué esperaban? ¿«Palabras de amor privadas que te dirijo en público», como escribía T. S. Eliot? No, hombre, las de Filtrábame y Filtrábalos son palabras de amor cruzadas entre dos machos alfa, para qué andarse con mariconadas. A mí lo único que me ha tocado las narices (ojo, las narices), estas dos últimas semanas, ha sido la insistencia del Saunas en contarnos, venga o no a cuento, el ídem de la buena pipa. «Ni afirmo ni descarto». Pero, ¿ha sido o no un ciberataque? Yo no digo ni que sí ni que no, digo que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa…
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