el contrapunto
Sánchez no desiste, Feijoó tampoco
El PSOE se expande por el extrarradio de la Constitución. El PP crece ocupando el centro
Sánchez, el matón, se hace la víctima
Sánchez reconoce a Hamás
Si algo caracteriza a nuestro caudillo patrio es la determinación de resistir a cualquier precio. Se le pueden discutir muchas cosas a Pedro Sánchez, pero su ambición indestructible, su capacidad de aguante correosa, su facilidad para realizar las mayores contorsiones argumentales en aras de ... conservar la poltrona resultan innegables. El adalid del sanchismo, movimiento consistente en llevar al PSOE a decir o hacer lo que sea menester con tal de que Sánchez permanezca en la Moncloa, nunca tira la toalla. Cuando parece acorralado, nos sorprende con una nueva pirueta destinada a garantizarle la supervivencia política. Y como carece de barreras morales en el seguimiento de esa estrategia de tierra quemada, de momento ha salido airoso de varios embates y sigue subiéndose al Falcon. Cosa distinta es gobernar, empresa que le resulta imposible, como ha quedado demostrado con los fracasos cosechados en el Congreso la semana pasada. Pero eso a él le da igual. Con instalar a sus peones allá donde se toman las grandes decisiones y manejarlos a su antojo, le basta. De ahí su furia cuando ve que ni jueces ni periodistas nos plegamos a sus dictados.
Sánchez sabe que ha perdido por completo el terreno de la moderación, el caladero ideológico donde antaño pescaban sufragios los dos grandes partidos vertebradores del Estado, y por eso expande su movimiento de resistencia por las estepas situadas en el extrarradio de la Constitución. Lo dicen las encuestas. Si salva los muebles en Europa será gracias a los votos procedentes de Podemos, Bildu, ERC y demás grupos ajenos al modelo democrático de convivencia y tolerancia recogido en nuestra Carta Magna. Su mimetización con esos partidos, esas cesiones constantes que hallarán su máxima expresión en la amnistía llamada a ser aprobada el día 30, le dan frutos amargos para el conjunto de los españoles que él engulle sin empacho. Lo cual produce una sensación de impotencia en buena parte de la ciudadanía, donde empieza a cundir la sensación de que Sánchez es invencible e inefable. Una especie de condena divina que hemos de sobrellevar resignados. ¡No! Eso es lo que busca él con sus tácticas de trilero. No le demos ese gusto.
Sánchez no desiste, por más derrotas que sufra, pero Núñez Feijóo tampoco. Ni cede a la tentación de entrar en el juego de la polarización que triunfa a su derecha y su izquierda. El PP crece ocupando el territorio del centro, absorbiendo al electorado huérfano tras el suicidio de Ciudadanos, apostando por la España de la Transición. Se trata de una apuesta arriesgada, porque deja un espacio amplio a Vox y consolida la división de la derecha, que requiere de un discurso más firme, capaz de sacar del letargo a los desmovilizados y llevarlos a votar en masa el próximo 9 de junio. Pero es una actitud valiente y coherente que merece ser premiada en las urnas.
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