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La Tercera

Preguntas de Felipe González

«En el Chile de hoy nadie sabe si los desórdenes van a recomenzar esta misma noche o mañana. Yo apuesto por la calma recuperada, después de haber leído las preguntas en la prensa del expresidente Felipe González, y después de haber cerrado el contundente ensayo de Sir Isaiah Berlin sobre «las raíces del romanticismo»

Jorge Edwards

Para los chilenos demócratas, que sabemos convivir y estamos orgullosos de nuestro estado de Derecho de hoy y de ayer, las preguntas de Felipe González publicadas en la prensa sobre las razones de los fenómenos de violencia de estos días en Chile son apasionantes y ... nos exigen una respuesta coherente a todos. Yo vivía en España en los años de la transición y sentía que se había formado un consenso muy general sobre la posibilidad concreta, necesaria, de que España se integrara en profundidad a los mundos democráticos, modernos, que se habían creado en sectores importantes del occidente europeo y hasta latinoamericano. Es decir, creíamos que España debía dejar de ser diferente del resto de Europa. Llegado el momento comprobamos que Felipe, al igual que Adolfo Suárez, pensaba en una España moderna, incorporada a Europa, con crecimiento económico, equidad social, y fuerte presencia de la cultura hispánica. En otras palabras, era la España de Ortega, de Pío Baroja, de don Antonio Machado, y de Fernando Savater. Muchos chilenos de la década de los sesenta y los setenta apostamos a eso, y me parece que somos los mismos que detestamos la irracionalidad rabiosa que se ha manifestado en el Chile de estos días. De lo que nos habla el expresidente Felipe González es de formar espacios de convivencia democrática y civilizada. Creo que muchos de nosotros no prestamos la atención que había que prestar a los sectores de marginalidad anarquistoide de las sociedades modernas europeas y americanas. Fue un error de partida, pero son errores que debemos examinar por todos lados y de los que tenemos que sacar las conclusiones correctas. Alcancé a sentir en el mismo estudio privado en el que pergeño estas líneas el olor a quemado de incendios cercanos y la acritud del gas lacrimógeno. Será el dolor mayor de estos días de mi última vuelta del camino (para no olvidar a don Pío).

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