Fuster-Fabra: valor de ley
El abogado barcelonés, defensor de víctimas del terrorismo y del general Rodríguez Galindo, y amenazado por ETA, escribe sus memorias
José María Fuster-Fabra (Barcelona, 1957) halló hueco en su apretada agenda para añadir a su nutrido currículum un libro de memorias. De la mano de la periodista Xiana Siccardi, este abogado, significado por defender a las víctimas de ETA —lo que le ha costado estar en su lista de objetivos—, a infiltrados en la banda como Mikel Lejarza, «El Lobo», por representar a las víctimas del yihadismo del 11- M o por ser el abogado del general Rodríguez Galindo en el Caso GAL, ha escrito un libro de confesiones y recuerdos.
«En toga de abogado. Un abogado que se enfrentó al terrorismo» (Planeta) sirve para entender la historia reciente de nuestro país. Sus amenas páginas recogen anécdotas sobre las relaciones entre abogados, jueces. Y no se rehúye el envite de responder a las etiquetas que le cuelgan al letrado por tener según que clientes. Ha recibido de diestra y siniestra. «Para unos soy una especie de facha irredento porque he sido abogado de responsables del PP , como Alberto Fernández Díaz, por haber llevado casos contra ETA, (...) o por haber sido partidario de la cadena perpetua revisable», escribe. «Para otros -prosigue-, soy un traidor vendido a la izquierda porque he sido abogado en el Caso GAL, porque defendí a la asociación de Pilar Manjón, porque me opuse a la teoría de la conspiración en el 11-M...». Doctor en Derecho, reservista voluntario del Ejército, abogado en casos como el de Pascual Estivill o «Planasdemunt»... Su padre le decía «Busca tu causa», y a fe que le obedeció. Un justiciero y patriota en el mejor de los sentidos —a uno le dio por pensar en John Wayne para titular el artículo de su libro—; con una afabilidad —también con los periodistas, conste— que a menudo escasea entre uniformes y togas. Lean a Fuster-Fabra.
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