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La Caixa colabora con 40.000 euros en un proyecto piloto para el equipamiento tecnológico de viviendas inteligentes

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diana g. arranz

Ganar independencia y autonomía es uno de los objetivos que cualquier persona desea alcanzar a lo largo de su vida. Por ello, desde la Fundación Intras trabajan junto a las personas con enfermedad mental grave en diversos programas orientados a lograr esta meta. Vivir sólos o disponer de un trabajo son algunos de los caminos a través de los cuales estas personas pueden integrar la normalización en sus vidas.

Concretamente uno de los últimos proyecto de esta Fundación se centra en la aplicación de nuevas tecnologías en las viviendas de las que ya disponen en varias ciudades de la Comunidad.

«Hemos realizado una experiencia piloto con resultados muy satisfactorios y ahora el objetivo es dotar de esta tecnología a cinco pisos que se ubican en la localidad zamorana de Toro», explica el director gerente de Intras, Pablo Gómez. Gracias a una ayuda concedida por la Obra Social de La Caixa , consistente en 40.000 euros, «las viviendas serán dotadas de un sistema de control externo que posibilitará que los residentes puedan vivir sólos, en función de sus capacidades, controlados únicamente desde el exterior por profesionales tanto sociales como sanitarios», explica el responsable de la Fundación.

Este tipo de acciones vienen a complementar el trabajo que se realiza desde loscentros de día y la residencia de la organización, «con el objetivo principal de apoyar el proceso de intregación y recuperación de las personas con enfermedad mental grave», añade Pablo Gómez, «y evitar que se sientan apartadas de un proyecto de vida de calidad».

Adiós a las instituciones

Una de las fórmulas a las que se recurre desde Intras para que estas personas no se sientan residentes en centros institucionalizados es minimizar el número de participantes en las acciones cotidianas del día a día. «Por ello hemos convenido que el máximo de habitantes por viviendas sea de cuatro, además de que las viviendas se encuentran diseminadas por diferentes zonas residenciales de la localidad».

Gracias a la inmejorable coordinación que los profesionales de Intras tienen con los sanitarios es posible que el control del entorno que se realiza en estas viviendas sea el más óptimo, «que aunque sea a distancia no deja de estar totalmente personalizado»,aclara Pablo Gómez.

A pesar de que este proyecto cuenta con experiencias realizadas en otros países, «lo cierto es que se corresponde más con otro tipo de discapacidades», comenta Gómez, para quien esta inciativa suponen todo un reto y, sobre todo, «un gran avance para que estas personas alcancen, a traves de la independencia, una gran mejoraría en su calidad de vida».

La financiación de la red de viviendas que dispone la Fundación Intras, 17 en total distribuidas en las ciudades de Valladolid, Salamanca, Ávila, Zamora y Toro , se reparte entre la Junta de Castilla y León, a través de la Ley de Dependencia o de conciertos con la Gerencia de Servicios Sociales, así como de un copago por parte de los usuarios «que varía en función de la capacidad económica de los mismos», explica el director gerente de Intras.

Valladolid, próxima estación

El próximo paso en el proyecto de las viviendas inteligentes es dotar de esta tecnología a uno de los pisos de Valladolid a principios del año 2014, «aunque lo ideal es poder implementarlo en el total de hogares para personas con enfermedad mental que dispone la Fundación en toda la región».

Otro de los objetivos que desde el colectivo de personas con enfermedad mental se reclama es un mayor número de oportunidades para su inserción laboral. La pasada semana se clausuró en Valladolid oficialmente el curso de cocina que se ha desarrollado a lo largo de todo un año en las instalaciones de la residencia de Toro. Se trata de una iniciativa que se engloba en el proyecto denominado Suvot, y que surge «ante la necesidad de acabar con el estigma social que acompaña a la enfermedad mental y que impide la incorporación de este colectivo al mercado laboral», explica Elisa Lucas, directora de la residencia ubicada en la localidad de Toro.

Para alcanzar esta meta se propone diseñar y experimentar una metodología de aprendizaje, «donde se trata de promover la adquisición de habilidades a través de un programa de formación profesional, concretamente en cocina», comenta.

Además de adquirir competencias profesionales que les capaciten para poder desarrollar un trabajo en este sector, «la innovación del proyecto radica en la utilización de una metodología de simulación (técnicas de sociodrama, rolexplaying, etc) que permite a los usuarios adquirir habilidades sociales frecuentemente infravaloradas como el trabajo en equipo, la autoestima, el cumplimiento de horarios», explica la psicóloga del centro, Nerea Hernández, quién ha participado directamente en el desarrollo del curso.

De forma previa, este programa europeo en el que han participado educadores de España, Eslovenia y Alemania, desarrolló un curso de formación para formadores a lo largo de siete días, «tanto en contenidos relacionados con la cocina como en metodologías de estimulación y técnicas de sociodrama», añade.

Supervisión europea

El curso, de un año de duración, tuvo lugar tres veces a la semana durante tres horas cada día, y contó con la supervisión de los socios alemanes y polacos quienes visistaron a los alumnos en varias ocasiones para garantizar el correcto desarrollo del programa. En España participaron doce personas con enfermedad mental grave y prolongada que viven de forma permanente en la residencia que Intras gestiona en Toro.

«A través de esta formación se trabajan diferentes aspectos, como los hábitos higiénicos al tener que lavarse la manos antes de empezar la sesión culinaria, las habilidades sociales al tener que trabajar en equipo, así como la planificación y el orden al tener que diseñar el menú y abastacerse de los alimentos necesarios para llevara a cabo el trabajo», explica la psicóloga.

Otro de los aspectos más favorables que los participantes han podido disfrutar es del hecho de que todos los platos que se han elaborado durante el curso han sido servidos entre el resto de residentes, «lo que supone un hecho muy motivador para ellos al ver que su esfuerzo se materializa en la comida de ese día», asegura la directora del centro.

Después de cada sesión los formadores han elaborado un informe con comentarios sobre su desarrollo y sugerencias de mejora, «como método evaluador y con el objetivo de poder prolongar la experiencia un año más», añade Elisa.

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