vins del comtat
David Carbonell: «Una bodega es como una cocina donde haces un plato al año»
«Transmite cierto atisbo de timidez, sin embargo, esta percepción va dejando paso a un poso de saber hacer pausado»

Los vinos de montaña han jalonado las laderas de las cumbres alicantinas desde tiempos inmemoriales. La arriscada comarca del Comtat nunca fue ajena a este aplanado de pendientes y moldeo de llanuras que comportó el cultivo de la vid. Desde 1997, Cocentaina, capital del Comtat , cuenta con una bodega de autor que prestigia una tradición de siglos.
David Carbonell , director de Vins del Comtat, transmite cierto atisbo de timidez. Sin embargo, esta percepción va dejando paso, a medida que conversa, a un poso de saber hacer pausado, de sapiencia creativa, que desgrana poco a poco. La historia de su bodega, iniciada por su padre Ovidio hace 15 años , es la transición de una vocación en empresa. «Al principio era un hobby, ganamos premios, ampliamos sociedad y hasta ahora», apunta David. Ese ahora les ha llevado a elaborar 160.000 litros y exportar el 35% de la producción a países tan diversos como Alemania, Holanda, Korea, China o Japón. La fascinación que el Lejano Oriente siente por los vinos de alta capa y estructura beneficia la exportación, pues las muchas horas de insolación de la montaña alicantina permite elaborar vinos del gusto asiático. Según Carbonell, «a los chinos les atrae mucho la intensidad del color y buscan grado. Además, alucinan con la regularidad de las cosechas ».
El quehacer tranquilo pero metódico que destila David Carbonell queda plasmado en esta frase: «Una bodega es como una cocina, pero donde solo haces un plato al año ». Y está claro que «no es lo mismo cocinar a fuego lento que cocinar sopas de sobre», añade. De la gama de tintos elaborados a fuego lento de Vins del Comtat destaca por su complejidad Montcabrer , varietal Cabernet Sauvignon de esencias mediterráneas, potente y cálido al mismo tiempo, con final ligeramente mineral.
«Trabajamos con variedades de ciclo largo: Monastrell, Giró, Merlot, Syrah, Petir Noir, Garnacha Tintorera…», remarca Carbonell, «más allá de los vinos monovarietales nos gusta el proceso creativo que hay detrás del coupage ; todo lo que aprendemos combinando diversas variedades de uva lo llevamos al vino, aunque la elaboración de cada tipo de uva siempre se hace por separado». Sin duda, esta máxima alcanza cotas sorprendentes en los aromas de los tintos Penya Cadiella y Penya Cadiella Selecció, con notas a chocolate, café, minerales y fruta madura.
Blancos de vidrio líquido
Todo en Vins del Comtat rememora el entorno y da sentido a lo que quieren transmitir. Así, mientras los nombres de sus tintos apuntan a las cumbres que circundan la comarca, los blancos realzan la imperceptibilidad transparente de las brisas que acunan el Mediterráneo.
Gabriel García Márquez describió el cielo tórrido y transparente que reverbera ante nuestra mirada como «aire de vidrio líquido». Al observar la limpidez, la pureza suave amarillenta de los vinos blancos de Vins del Comtat, el sentido de la descripción del escritor colombiano toma cuerpo en las botellas de Viognier y Cristal·lí gracias a la transparencia desnuda de sus diseños, donde ni etiqueta ni cápsula (prácticamente transparentes) roban protagonismo al contenido.
Ambos vinos realzan aún más si cabe el prestigio labrado por los tintos de la bodega. Cristal·lí, vino dulce de la variedad Moscatel de Alejandría, evoca el origen de los parajes de las viñas, la comarca de la Marina Alta, y embriaga por su multitud de aromas a frutas exóticas, cítricos y matices florales. Por su parte, Viognier es el resultado de importar una cepa del sur de Francia y cultivarla en pequeñas explotaciones de montaña. Al agitar una copa de Viognier, la explosión de frutas tropicales en nariz apabulla, mientras que persevera vivaz y fresco en boca.
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