De la Biblia al código de Hammurabi: esto se decía de la gestación subrogada hace miles de años
En medio de la polémica generada por la reciente maternidad de Ana Obregón, muy poca gente sabe que los vientres de alquiler era una práctica habitual en Mesopotamia y la Antigua Roma y era tratada en el Antiguo Testamento
Ana Obregón, madre de una niña nacida por gestación subrogada a los 68 años

'Ana Obregón, madre de una niña nacida por gestación subrogada a los 68 años', anunciaba el titular de ABC este miércoles. La noticia, avanzada por la revista 'Hola!', desató rápidamente una cadena de reacciones políticas y sociales sobre una práctica que es ilegal ... en España, pero que no ha impedido que miles de españoles se acojan a ella en otros países donde sí está permitida, tal y como ha hecho la conocida presentadora y actriz. En medio de la polémica, sin embargo, no mucha gente sabe que el debate tiene miles de años de historia.
En términos sencillos, la gestación subrogada, también conocida como 'vientre de alquiler', es un proceso por el cual una mujer lleva el proceso completo de un embarazo y da a luz a un niño o niña para otra persona o pareja, renunciando a los derechos legales sobre el bebé en el mismo momento del nacimiento. En España, el artículo que deja muy claro que no está permitido es el 10 de la Ley 14/2006: «Será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero».
Es decir, la única vía legal de tener el hijo de otra persona en este país es la adopción. Pero, ¿quién habló por primera vez de la gestación subrogada y que se decía de ella? Se pueden encontrar menciones a esta práctica en el 'Génesis', el primer libro del Antiguo Testamento, en el que dice: «Y Raquel [esposa de Jacob] dijo: 'He aquí mi sierva Bilha; entra en ella y dará a luz sobre mis rodillas y yo también tendré hijos de ella'. Le dio a su sierva Bilha por mujer y Jacob entró a ella. Y Bilha parió un hijo para Jacob».
Esta mención no es la más antigua ni la única de la Biblia que se refiere a lo que se llama hoy gestación subrogada. Un ejemplo es Sara, la esposa de Abraham, que ante la imposibilidad de quedarse embarazada, le presta a su sirvienta Agar para que dé a luz un hijo para él. Lo llamó Ismael. «Hay otras historias parecidas en el Génesis, de las que no pueden deducirse la legitimidad de las madres subrogadas, aunque es indiscutible que el recurso de embarazo de otras mujeres para tener un hijo, aprovechando las malas condiciones de éstas, ha existido siempre», explica Eleonore Lamm en su artículo 'Maternidad subrogada. Revisión bibliográfica' (Universidad de Cantabria, 2013).
Código Hammurabi
Hay también registros de programas de gestación subrogada en la antigua Mesopotamia, a mediados del siglo XVIII a. C. Entre los sumerios era habitual contratar vientres de manera legal. El Código del Rey Hammurabi, considerado el conjunto de leyes más antiguo, fue el primero en pronunciarse al respecto: establecía que la mujer estéril que deseaba tener hijos podía dar una esclava a su marido con el objetivo de que procreara por ella, sin que este pudiera buscarse a otra concubina hasta que no concibiera un hijo varón con ella. En este proceso, además, se protegía a las madres subrogadas, a las que no se las podía vender «por plata».
La incapacidad de engendrar retoños también tuvo remedio en la Antigua Roma, pero solo para los matrimonios de la nobleza. En este caso, se echaba mano de las amistades o de la familia para poder tener hijos, cuando los recién casados comprobaban que uno de los cónyuges era estéril. El matrimonio solía acudir a una prima, hermana o amiga íntima que ya había dado a luz para que se comprometiera a tener otro para ellos. La única condición era jurar la amistad eterna y, sobre todo, ofrecer a la madre que había cedido su vientre una serie de regalos desinteresados, que podían ser tan valiosos como una gran casa en la playa.
Semanas antes de concebir a la criatura, esta amiga o familiar se mudaba a la vivienda de los beneficiarios para estar al cuidado de sus médicos personales hasta que su hijo naciera. «Daba a luz allí y, al nacer, el bebé era inmediatamente entregado a la segunda pareja, renunciando la madre biológica a él para siempre», explicaba Paco Álvarez a ABC hace cuatro años, tras la publicación de 'Somos Romanos' (Edaf, 2019), un ensayo sobre la Antigua Roma que hacía las veces de estudio de genética.

Antigua Roma
El 'vientre de alquiler' era una práctica muy extendida en la Antigua Roma, pero solo la nobleza tenía medios económicos suficientes para acceder a ella. Una situación que también se produce, en parte, en la actualidad. Según los datos facilitados por el Ministerio de Asuntos Exteriores a ABC a través del Portal de Transparencia, desde 2010 España ha inscrito a 2.350 menores nacidos por gestación subrogada en el extranjero. La mayoría procedentes de Ucrania, país al que hasta antes de la guerra acudían parejas españolas heterosexuales que no podían tener hijos y donde el proceso cuesta aproximadamente 50.000 euros.
En España también hay muchos bebés inscritos que nacieron en Estados Unidos, donde la regulación varía según estado, por lo que algunos permiten que parejas homosexuales o personas solteras accedan a esta técnica. Los costes son bastante más altos, sobre los 100.000 euros de media. En el caso de Ana Obregón se habla de 150.000 euros. En la Antigua Roma esta práctica era también un lujo al alcance de muy pocas personas, entre otras cosas porque los nobles tenían que costearles a los hijos varones la carrera política.
«Las parejas que tenían dos hijos, rara vez podían darle a los dos la posibilidad de hacer carrera política», aclaraba Álvarez, que a continuación escenificaba la llamada de un romano a su mejor amigo de la siguiente manera: «Oye, mira, mi mujer no se está quedando embarazada y vosotros ya tenéis dos hijos... ¿Os importaría que el siguiente hijo que tengáis sea nuestro?». En esta versión más primitiva de los 'vientres de alquiler' residía la mayor prueba de amistad entre ciudadanos poderosos del Imperio Romano.
Guerra Civil americana
El primer caso de Estados Unidos, el país en el que Ana Obregón y otros españoles han tenido a sus hijos por gestación subrogada, se ha encontrado en la época anterior a la guerra civil, a mediados del siglo XIX. En su artículo 'El contrato de maternidad subrogada: La experiencia estadounidense' (Revista 'Valdivia', 2012), Camilo Rodríguez-Yong y Karol Ximena Martínez-Muñoz cuentan que muchas esclavas de esta época gestaban a bebés que luego pasaban a pertenecer a sus amos para que, cuando crecieran, trabajaran en sus tierras.
El primer acuerdo de maternidad subrogada en el que se utilizó la inseminación artificial no se documentó hasta 1976. Quien lo patrocinó fue Noel Keane, un abogado de Michigan (Estados Unidos) que creó la Surrogate Family Service Inc, una organización para ayudar a parejas con dificultades para procrear, que facilitaba el acceso a madres contratadas y se encargaba de realizar todos los trámites necesarios. Fue él, de hecho, quien acuñó el término de 'subrogación contratada' para referirse a los 'vientres de alquiler'.
El primer caso de gestación por sustitución completa reportado a nivel mundial tuvo lugar en 1986, cuando los embriones que provenían de una mujer sin útero fueron transferidos al de una amiga. Esta dio a luz a un bebé que no guardaba ninguna relación genética con ella y que, a partir de entonces, sería conocido como Baby M. Un día después de la entrega del recién nacido, la madre que alquiló su vientre se arrepintió e intentó recuperarlo. En 1987 un juez dio validez al acuerdo de subrogación, aunque un año después la Corte Suprema de Nueva Jersey la revocó. Sin embargo, mantuvo la custodia legal para los padres no biológicos.
Debido a la repercusión del caso Baby M, el estado de Míchigan aprobó una ley para prohibir completamente la gestación subrogada y Keane cerró su clínica para emprender el mismo negocio en otros estados. No le salió mal, porque arregló cerca de 600 acuerdos entre 1976 y 1997, en los que cobraba 20.000 dólares por cada, la mitad de los cuales eran para la gestante. Además, la clienta tenía que pagar 5.000 dólares más para gastos médicos.
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