Los aliados presentan en la ONU su proyecto para devolver la soberanía a Irak
Washington y Londres hacen hincapié en lo que no lograron y al final desestimaron a la hora de invadir Irak: la necesidad de contar con el apoyo internacional
Estados Unidos y el Reino Unido rompieron ayer antes de lo esperado la piñata del futuro iraquí con un extenso borrador -cinco páginas- de una resolución en la que el Consejo de Seguridad aprobaría la devolución de la soberanía a un Gobierno de transición el 30 de junio. Horas antes de que George Bush explique en un discurso los pasos a dar en Irak, la resolución prevé que la ONU elija a las nuevas autoridades iraquíes, que a su vez deberían bendecir la permanencia de las tropas extranjeras. Sin embargo, la resolución deja abierta -para resquemor de países como Francia, Alemania y Rusia- la fecha de la salida de suelo iraquí de esos soldados, que permanecerían en suelo iraquí al menos durante un año más.
El texto reafirma la «soberanía e integridad territorial de Irak» y traza «una nueva fase en la transición de Irak a un Gobierno elegido democráticamente», lo que la propia prosa del borrador traduce a una nueva realidad: «El final de la ocupación y la asunción de una autoridad por un Gobierno soberano provisional en Irak el 30 de junio de 2004».
«Papel líder de la ONU»
Tras asignar -por fin- a la ONU un «papel líder en la asistencia al pueblo iraquí a la hora de crear las instituciones de un Gobierno representativo», Washington y Londres hacen hincapié en lo que no lograron y al final desestimaron a la hora de invadir Irak: la necesidad de contar con el «apoyo internacional para restaurar la estabilidad y la seguridad» del país, para lo que piden el apoyo de los países miembros de la ONU. Francia ya ha dicho que, ni siquiera bajo mando de la OTAN, enviará tropas. España, tras su retirada, ha dado indicaciones en la misma línea. Los países árabes acaban de confirmar en la cumbre celebrada en Túnez que no enviarán soldados a Irak, y el nuevo Gobierno indio no parece que atenderá los ruegos de EE.UU..
Es precisamente en la cuestión de la permanencia de fuerzas multinacionales donde la resolución se recrea algo más en la filigrana. El texto recuerda la resolución 1511, aprobada el año pasado, en la que se autorizaba la creación de una fuerza multinacional. El nuevo texto «da la bienvenida a la voluntad de la fuerza multinacional a continuar sus esfuerzos para contribuir al mantenimiento de la seguridad y estabilidad de Irak en apoyo de la transición política, especialmente ante las elecciones pendientes», así como en proporcionar protección a la ONU en Irak (una presencia todavía inexistente). Ese mismo párrafo «reconoce la importancia del consentimiento del Gobierno soberano iraquí para la presencia de la fuerza multinacional en estrecha coordinación con la fuerza multinacional y el Gobierno».
Está previsto que, si los atentados y ataques lo permiten, se celebren elecciones a fines de año o en enero de 2005. De esas elecciones saldría una Asamblea Nacional Transitoria que redactaría una nueva Constitución bajo la que se celebrarían nuevas elecciones democráticas que darían a su vez pie a un Gobierno plenamente legítimo.
Los escollos hasta la llegada de esa realidad ideal son innumerables. Mientras algunos diplomáticos señalaron ayer en la ONU que no habrá discusión a fondo mientras Lajdar Brahimi, el enviado especial de Kofi Annan, que sigue evacuando consultas en Bagdad para formar un Gobierno provisonal de amplia base, regrese a Nueva York a fines de esta semana o comienzos de la que viene. La reacción ayer de diplomáticos europeos es que el texto deja sin despejar cuándo terminaría efectivamente la ocupación y, sobre todo, la prueba del algodón soberano: si el Gobierno de transición podría ordenar a las tropas que salieran de inmediato.
El no poner fecha de caducidad a la presencia de uniformados extranjeros deja en entredicho la noción de soberanía, según Human Rights Watch, que destacó el hecho de que, en su borrador, EE.UU. y el Reino Unido retendrían la responsabilidad última tanto en cuestiones de seguridad como de derechos humanos. Kenneth Roth, director ejecutivo de HRW, repitió las palabras que Kieran Prendergast, vicesecretario general de la ONU, dijo a este periódico el pasado 26 de marzo: «La soberanía es como el embarazo: no se puede estar media preñada».
Tribunal Penal Internacional
La organización de defensa de los derechos humanos también subrayó que el Gobierno provisional iraquí no podrá tampoco legislar ni derogar leyes impuestas durante la ocupación. Washington cedió ayer y aceptó aplazar la votación de la cláusula de inmunidad para sus tropas desplegadas en Irak, tras ver cómo se frustraba su intento de lograr una ratificación en sordina que sin embargo se encontró con el rechazo de países como China, Alemania, Francia y España. Washington pretende prorrogar un año más la exclusión explícita de sus hombres destinados en el extranjero del escrutinio del Tribunal Penal Internacional.
Otro aspecto clave de la resolución es la soberanía económica. La venta y el control del petróleo iraquí deberá pasar a manos del Gobierno provisional, pero seguirá operativo el consejo internacional creado para auditar los ingresos procedentes de la venta de crudo. El texto dice que «tras la disolución de la Autoridad Provisional el dinero del Fondo para el Desarrollo de Irak será desembolsado a discreción del Gobierno interino de Irak y sus sucesores», aunque el Consejo «decide» que el fondo será usado de manera transparente, y con la previsión de que el presupuesto iraquí atienda a las obligaciones establecidas en ese fondo.
No está claro en qué medida los representantes de empresas privadas estadounidenses y los gestores empotrados en instituciones iraquíes por edictos del procónsul Paul Bremer III seguirán activos una vez que el nuevo Gobierno tome el mando, y si la privatización de empresas y servicios decreatada por las potencias ocupantes podrán ser revocados, aunque todo parece indicar que el Ejecutivo provisional no podrá hacer nada en ese sentido.
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