Un desagravio
JUAN MANUEL DE PRADAEN su artículo «Trastornos bipolares», publicado ayer en

EN su artículo «Trastornos bipolares», publicado ayer en este periódico, Manuel Francisco Reina citaba a Jacques Maritain en un contexto más bien incongruente, achacándole el error de «tamizar toda la realidad con el colador estrecho de su fe religiosa». Digo incongruente porque, dejando aparte algún desliz cronológico de Reina (Maritain, aunque nacido a finales del siglo XIX, fue pensador del siglo XX y para el siglo XX), el filósofo católico fue, como su compatriota François Mauriac, uno de los pocos intelectuales europeos que supo enjuiciar la Guerra Civil española con ecuanimidad, sin que en modo alguno su declarada fe religiosa actuase como tamiz o colador estrecho de los desmanes que en uno y otro bando se perpetraron. En su artículo, Reina censura a quienes «defienden lo indefendible», resistiéndose a reprobar la dictadura franquista; pero dicha reprobación no puede completarse, por probidad intelectual, con una loa de la Segunda República, que desde luego no fue aquel paraíso democrático que algunos nos pretenden pintar. Para serlo le faltó, de entrada, aquel requisito que Maritain, en su muy recomendable «Cristianismo y democracia» (1943), considera constitutivo e irrenunciable en cualquier régimen que se postule como democrático: la consecución del bien común.
Sobre la hondura de las convicciones democráticas de Maritain nadie que haya leído el citado ensayo podrá dudar. Infatigable enemigo de la dominación nazi en sus emisiones radiofónicas trasatlánticas (la ocupación de Francia lo había pillado en América), participó muy activamente en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos y fue nombrado por su amigo De Gaulle embajador ante la Santa Sede. Antes, durante los años de la Guerra Civil española, ya había dado muestras cumplidas del humanismo cristiano que ilumina su pensamiento, execrando sin ambages las tropelías que se cometían en ambos bandos. En julio de 1937, por ejemplo, publicaba en la «Nouvelle Revue Française» un artículo en el que puede leerse: «Es un sacrilegio horrible masacrar sacerdotes -aunque sean fascistas, son ministros de Cristo- por odio a la religión; y es otro sacrilegio, también horrible, masacrar a los pobres -aunque sean marxistas, son el pueblo de Cristo- en nombre de la religión. (...) Es un sacrilegio profanar los lugares santos y el Santo Sacramento, perseguir todo lo que se consagra a Dios, deshonrar y torturar a los religiosos, exhumar cadáveres para exponerlos a la irrisión, como se ha visto en los días tenebrosos que han seguido al estallido de la guerra; y es un sacrilegio fusilar, como en Badajoz, a cientos de hombres para festejar el día de la Asunción, o aniquilar mediante un bombardeo aéreo, como en Guernica, una ciudad entera con sus iglesias y tabernáculos, ametrallando a las pobres gentes que huyen». Para Maritain, «la Cruz de Jesucristo brilla sobre la agonía de los fusilados». De todos los fusilados, sin distinción de bandos.
En marzo de 1938, Maritain y Mauriac firman, junto a otros intelectuales franceses de filiación católica, un manifiesto en el que denuncian «los bombardeos aéreos masivos sobre centros de población civil». Y añaden: «Si bastan razones simplemente humanitarias para repudiar tal masacre de no combatientes, esta masacre resulta más repudiable si cabe, puesto que los jefes responsables de las operaciones dicen defender la civilización cristiana». El régimen franquista prohibió los libros de Maritain e inició contra él una campaña de calumnias y descalificaciones, tildándolo de «antiespañol» y «judío». Pero Maritain, quien tras enviudar tomaría los hábitos y se retiraría en un convento de Toulouse, fue uno de los más grandes pensadores del siglo XX, un defensor indeclinable de la dignidad del hombre y de la democracia genuina, que consideraba una manifestación en la historia humana de la gracia divina. La verdadera fe religiosa, querido Reina, nunca es un colador estrecho, sino instrumento clarividente para enjuiciar la realidad sin apriorismos ideológicos sectarios.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete