ELEGANCIA A TODO RITMO
Son pocas las ocasiones que tienen los buenos aficionados al funk de disfrutar de su música favorita en directo. En pocos días, sin embargo, por Madrid han pasado dos verdaderas leyendas del género, además de viejos amigos. Primero fue George Clinton y, el pasado martes, Maceo Parker.
El músico de Carolina del Norte cuenta ya con más de sesenta años, pero afronta cada concierto como si fuera un muchacho en plena explosión de energía. De traje impoluto -chaqueta y corbata-, a pesar del calor que se sufría en la capital a esas horas, este maestro del saxo alto pone todo su empeño en conseguir que el público se agite al son de su música, con el acompañamiento de una numerosa banda que, se nota, disfruta al lado de la estrella.
Este es uno de los secretos de esta formación: la sonrisa que muestran en todo momento y la complicidad existe entre ellos. De esta forma saben contagiar el júbilo a los presentes, aunque, como suele ser habitual en este género, como con el blues, la intensidad crece con los minutos. Lástima que lo que no estaba a la altura fuera, nuevamente, el sonido. Como es costumbre en esta sala, no resultaba limpio, y un sinfín de matices que partían del escenario se perdían por el camino.
Divertido y generoso
El funk que desarrolla Maceo Parker ha evolucionado poco a poco, y últimamente incluye partes de rap a cargo de su propio hijo, Corey. Pero en esencia sigue siendo la misma fórmula que cuando él empezó su carrera junto a James Brown. De él, según comentó a este periódico, aprendió a pasar con rapidez de un tema a otro. De los clásicos «Rabbits in the pea patch» o «My baby loves you» pasaba cual centella a los temas del nuevo álbum que presentaba, «Schools´in». Además, incluyó un popurrí de canciones añejas, que duró unos veinte minutos y que hizo las delicias del agitado respetable.
Maceo Parker ya es un personaje habitual en nuestros escenarios, pero esta circunstancia no resta interés a unas visitas que, a pesar de los elementos -en esta ocasión el sonido, y en la anterior problemas con el aforo que retrasaron la entrada del público- siempre resulta divertida y generosa en el tiempo.
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