El botón número 4
A estas alturas es inútil intentar valorar con ecuanimidad la línea editorial de la cadena autonómica madrileña (ni de ninguna otra), pero hay un fenómeno, agravado con cada director general, que debería preocupar aún más a sus responsables: en los mandos a distancia de los ciudadanos de la Comunidad de Madrid hay un botón, por lo general el 4, que apenas se usa.
Siempre habrá quien discrepe de este diagnóstico -más o menos el 15 por ciento de los individuos mayores de cuatro años-, pero cientos de miles de madrileños pueden constatar que, a la hora de zapear, el 4 ya no es una opción. En su desesperado barrido por la monótona oferta, muchos espectadores ni siquiera consideran la posibilidad de pulsarlo, no mucho más que los números correspondientes a las cadenas locales. Ese es el mayor drama de Telemadrid, peor que la pérdida de credibilidad o las tensiones internas -alimentadas desde fuera con regocijo- generadas en una plantilla creada por el Gobierno rival al que colocó a los actuales directivos. Que no caigan en la tentación de aferrarse, como el preso número 9, al viejo estribillo: «Padre, no me arrepiento ni me da miedo la eternidad, yo sé que allá en el cielo el ser supremo nos juzgará, voy a seguir sus pasos voy a buscarlos al más allá». Más acá está el público, que paga.
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