Suscríbete a
ABC Cultural

Toreros en Bruselas

Un grupo de toreros componentes de la Mesa del Toro visitaremos el Parlamento Europeo los próximos 4 y 5 de junio. No sé la imagen que podrán tener los eurodiputados de un hombre que se enfrenta a un

Un grupo de toreros componentes de la Mesa del Toro visitaremos el Parlamento Europeo los próximos 4 y 5 de junio. No sé la imagen que podrán tener los eurodiputados de un hombre que se enfrenta a un toro. Pero sé que tenemos muchos argumentos para ganarnos su respeto y en eso debemos incidir.

Un día, hace ya tiempo, me dije que quería ser torero. Ésa es mi vocación y todos los días doy gracias por tenerla, incluso los más oscuros. Doy gracias porque vivir en torero me ha aportado la mayoría de los valores que me han formado y me siguen formando.

En el toreo existen un orden y unas jerarquías. Son las primeras cosas que aprendes: el respeto por el toro, por el público, el trato de «maestro» al matador más antiguo, el compañerismo con otros matadores, con los toreros picadores, toreros banderilleros y mozos de espadas.

La vida del torero tiene momentos muy duros y otros maravillosos separados por muy poco tiempo. Se puede pasar de héroe a villano, o al revés, en una tarde, en una faena... en un fallo a espadas. Todo eso te hace madurar muy pronto.

Esa fina línea entre el éxito y el fracaso hace que el torero sea un luchador nato. Si estás arriba, peleas por no caer, por superar la presión de una larga temporada, la competencia, la exigencia de los públicos y la tuya misma. Y cuando estás abajo recuerdas a los toreros que emergieron cuando nadie creía en ellos. Es duro esforzarse por una recompensa incierta, mantener la ilusión cuando escasean los contratos, luchar por triunfos que quizá nunca lleguen. Pero es maravilloso tener esa capacidad de sacrificio y esa constancia. Vencer al miedo es algo que está en nuestro día a día. Miedo al fracaso, a defraudarte, a la mala suerte, a un hospital, a horas de rehabilitación, a tener que pedir ayuda para ducharte o a perderlo todo en un segundo. También hay que ser paciente y saber esperar a que llegue tu momento, esperar a recuperarse de las cornadas como esperar a que el toro coja el vuelo de tu muleta. Hay que ser humilde para reconocer los errores y aceptar un buen consejo venga de donde venga y a la vez sentirte el mejor, creer en ti y tener una ambición sin límites.

Todas estas vivencias y sentimientos confluyen para formarte y todo merece la pena por lo que para mí es la esencia del toreo. Puede brotar en la plaza o en el campo, en una faena completa o en el chispazo que surge de un lance suelto. Ese momento cumbre en el que toro y torero se hacen uno, en el que el cruce de sus miradas es cómplice, en el que nace la inspiración y nos apropiamos de la palabra artista. Esos instantes impredecibles provocan una emoción tan fuerte, original y auténtica que hacen a nuestra Fiesta única. Ésa es nuestra mejor promoción y defensa. Si somos capaces de mostrar este momento artístico, tendremos mucho ganado.

De momento, en Bruselas nos van a oír.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación