Un largo camino hasta su aplicación
Los investigadores todavía tienen mucho camino que recorrer en el laboratorio hasta poder demostrar que es una alternativa segura, barata y eficaz a los marcapasos electrónicos. Pero si se consigue sería una buena opción para los pacientes que afrontan un elevado riesgo de infección en ese tipo de implantes o cuando los marcapasos son demasiado grandes. «Hemos creado un marcapasos biológico. Ahora viene el trabajo duro. Tenemos que afinar la estrategia mediante la localización del lugar óptimo del corazón donde transformar las células y controlar la frecuencia del marcapasos biológico. Pero hay una luz al final del túnel», afirma el profesor Marbán. El equipo de la Universidad Johns Hopkins utilizó cobayas porque en muchos aspectos son muy similares a los humanos. «Su electrofisiología cardiaca es muy parecida a la de las personas y el canal de potasio de las células del músculo cardiaco que fue manipulado existe tanto en el corazón humano como en el de estos animales», añade Marbán. «Creemos que los mismos principios sobre los que se basa esta estrategia existen también en seres humanos», subraya este investigador. Hoy, y sólo en Estados Unidos, se implantan al año 250.000 marcapasos electrónicos.
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