FLECOS

Flecos. Según el ministro Clouseau, que presume de físico relativista entre sus admiradores, los frutos secos del Coq, todo cuanto queda por resolver del 11 de Marzo son flecos, comenzando, claro, por el de la autoría. Cabos sueltos, que hubiera dicho Tierno. Los beneficiarios fueron, por orden alfabético, Francia, Marruecos y ZP. Ahora, ¿quién lo hizo? He ahí el fleco que ha dejado suelto el ministro Clouseau, que, por lo desflecado, parece que llevara puesta la chaqueta de Búfalo Bill. Aparte el fleco gordo, que es el de la autoría, hay un fleco pequeño o flequillo que a uno siempre lo ha intrigado: la infame profanación de la tumba del geo muerto en Leganés, de lo cual nunca más se supo.

Un antiguo flecha del Frente de Juventudes que ahora aspira a pasar a la Historia como el alcalde más rojo de España dijo entonces que la profanación sólo podía ser cosa de gamberros. No se sabe de dónde saca una idea tan culta del gamberrismo un antiguo flecha del Frente de Juventudes que ahora aspira a pasar a la Historia como el alcalde más rojo de España, pero el caso es que la profanación fue ritual y dirigida a impedir, de acuerdo con unas creencias determinadas, el acceso de la víctima al Paraíso, inquietud que no suele estar entre las que adornan al gamberro doméstico. Es igual: gamberros. ¿Y la treintena de atracos a mano armada en veinticuatro horas del último sábado? Gamberros. Según la doctrina de progreso gubernamental, los malos se dividen en fascistas y gamberros, pero sólo los fascistas quitan el sueño al progresismo, para el que fascista puede serlo cualquiera.

En la Delegación del Gobierno no hay un director del orden público, sino un extravagante zahorí progresista traído de Galicia para rastrear con un péndulo bancos de fascistas en la capital. «Si hay gallegos «muy bien» -le decían a Camba cuando Camba decía que era gallego-. ¡Cuando un gallego sale listo!...» «¡Ya lo creo! -añadía algún otro señor en ese momento-. Hay gallegos que llegan a ministros y todo.» A mí, treinta atracos a mano armada en un día no me parecen tantos.