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ABC Cultural

«Transformers»: los juguetes toman la gran pantalla

A Michael Bay le llueven las ofertas. Él mismo lo reconoce con una serenidad estremecedora. Entre esos ofrecimientos está el remake de «Los pájaros», de Alfred Hitchcock. Muchos se preguntarán si no

A Michael Bay le llueven las ofertas. Él mismo lo reconoce con una serenidad estremecedora. Entre esos ofrecimientos está el remake de «Los pájaros», de Alfred Hitchcock. Muchos se preguntarán si no había algo menos resbaladizo entre las ideas de Hollywood, pero hay que verle a medio metro, que es como lo tuvimos para dar a conocer la esperada «Transformers: La película», para darnos cuenta de que no hay muralla china que se le interponga. Iluminado o demasiado cuerdo, hoy trae a nuestras pantallas una cinta «que nació en un ayer lejano, cuando los juguetes de la casa Hasbro inundaron el universo de los pequeños transformando un robot en un coche; fue una marca que se coló en el pop -cuenta Bay- y dio lugar a series de televisión, cómics y un largo de animación clásico». Las figuras fueron mutando en la base de sueños de la compañía, y así se presentaron en Estados Unidos en 1984, veinte años después de ser inventados.

Nuevo siglo

Nuevo siglo -y bizarro cambio de look-, con infinitas posibilidades mecánicas en «Transformers: La Película», una suerte de fusión de «Regreso al futuro» y «Terminator». Fue Steven Spielberg quien propuso a Michael Bay que la dirigiera: «Se trata de una historia humana y si encajamos en el guión a actores con máquinas será más accesible al público», recuerda el director que le dijo. «Le pregunté de qué se trataba y me contestó que de un chico que iba a comprar su primer coche». Pensé: hasta ahí, bien. ¡Spielberg es así! Pero, ¿y después? Entonces añadió: «Te aseguro que si haces esto de manera muy real y en un entorno de máquinas habrás descubierto un nuevo superhéroe para el mundo del cine».

Para Shia LaBeouf, el joven protagonista de la cinta, «teníamos que lograr que al espectador le importara lo que le pasa a mi personaje. Si eso no sucedía, tampoco les iba a importar lo que les pasaba a los robots. Había que «juguetear» un poco en ambos lados de la acción, para que se llegaran a notar las emociones de las máquinas», dice por derecho. Bay amplía que «cuando se hace una película, se realiza a través de los ojos de alguien, en este caso de los de Shia».

El interés por actualizar los Transformers, reprochado por algunos seguidores, lo explica así el director: «Trabajando con Spielberg, y una vez que superas lo de estar sentado cara a cara con tu ídolo, las cosas empiezan a funcionar. Cuando ves esas figuras impresionantes que antes han sido aire en el plató, con el sonido, los ojos, la cara... como si tuvieran alma, te das cuenta de que Spielberg siempre hace algo magnífico y distinto. El reto ha sido que cobraran vida creíble, llevarlos a la gran pantalla y reinventarlos con una delicadeza inusitada. Leíamos a los fans por internet y se les hacía caso, entre comillas, en los consejos que nos daban. Los directores recogemos esos conceptos, para luego, con nuestro criterio propio, hacer lo que nos parece mejor».

Shia LaBeouf redunda en el entorno casi mágico que se respira con Spielberg: «Es difícil negarte cuando Bay y Spielberg te proponen un trabajo. Soy un actor mercenario, que está ahí para quien le quiera contratar. Además, también he crecido con estos juguetes. Suponía un añadido». Shia trabaja también con Steven Spielberg en el nuevo «Indiana Jones». Se permite una broma y sonríe: «Spielberg no me soporta». Sabido es que, al contrario, está encantado. «Este rodaje se convirtió en una prueba constante, en una audición continua. Es un productor que ve todos los días el copión de trabajo, fotograma a fotograma. De «Indiana Jones» sólo puedo decir que estoy encantado y que no nos dejan decir nada del guión. Son dos tipos de cine distintos, dos tipos de actuaciones interesantes para un actor».

«Transformers» es la primera película que se ha podido rodar en el Pentágono después de los atentados del 11-S y se estrenó el miércoles pasado en Estados Unidos, el Día de la Independencia: «La describiría como una historia modesta, bonita y encantadora, sobre un chico normal y corriente que está comprando un coche que resulta ser un alien. Me gustó la idea de una invasión exterior y utilizar a los militares americanos para hacer el filme más realista. También se refleja que hay otros lugares en el mundo donde se está cociendo algo, no sólo en Estados Unidos. A los militares sólo les preocupa que les retratemos de una manera realista y creíble... -dice Bay- ¡Es un chiste! ¿Vale? -puntualiza tras un breve silencio-. Una fantasía con la que los niños pueden identificarse y los mayores sacar esa parte infantil que llevamos dentro. Nunca se había visto algo así en este tipo de cine».

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