Lo conseguido en Johannesburgo
LAS cumbres corren el peligro de caer en la inverecundia: es gratis hacer promesas e incumplirlas. Sin embargo, en Johannesburgo se han conseguido resultados concretos. Primero, lucha contra la pobreza: Schröder, Chirac y Blair han cerrado filas y conseguido un fondo de garantía para respaldar inversiones privadas en países pobres. Sobre todo en infraestructuras hospitalarias, educativas y de energía. Digamos de paso que quizá el presidente del Gobierno español se haya equivocado al no ir a Johannesburgo. De acuerdo, puede haber problemas de agenda y ocupaciones privadas respetables. Pero el presidente tiene un avión a su servicio y pudo ir a Suráfrica el 2 ó 3 de septiembre, con una ausencia de menos de 18 horas. El riesgo de que la ausencia de Aznar pueda interpretarse como un gesto para agradar a Bush hubiera debido evitarse. El presidente americano ha optado por no acudir a la cumbre por razones complejas, solo en parte relacionadas con el petróleo. Pero la delegación americana, presidida por Colin Powell, lejos de boicotear la cumbre la ha reforzado: la ayuda a los países pobres, la investigación medioambiental, los presupuestos de lucha contra la enfermedad en África, sobre todo sida, tuberculosis y malaria, han sido apoyados con 8.000 millones de dólares adicionales, lo cual no es retórica sino dinero. Destinado si se quiere a reforzar la imagen de la superpotencia, cuyo constante deterioro América no puede permitir, en un mundo transformado por el 11-S. El electorado americano reclama atención interior. Bush torea como puede, más bien mal, y concede ventajas: aranceles sucios, falseadores del mercado, a la agricultura, al acero... Las ONG protestan indignadas, pero conocen la realidad. Al fin y al cabo se demuestra cómo EE.UU. no es tan incuestionable ni la Unión Europea tan débil. Ni Brasil irrelevante, ni India indiferente...
Segundo, los tres europeos, apoyados por nórdicos y holandeses, han sacado adelante un programa de agua limpia, con plazos, cifras y un calendario que entra en vigor este año. Blair ha aprovechado para expresarse en términos duros: «Kioto está justificado y debemos ratificarlo todos».
Tercero, gracias a la apuesta, no poco arriesgada, del canciller alemán se ha aprobado un programa no vinculante, modesto pero concreto, sobre energías alternativas. Los defensores del consumo defienden el aumento exponencial de las necesidades energéticas en paralelo con la población. Pero la Convención sobre el Cambio Climático (un millar de sabios de 120 países llamados por la ONU) está cada día más cerca de demostrar una aterradora realidad: la biosfera no resistirá la quema de petróleo y carbón durante otros 50 años. Habría que sustituir en medio siglo el consumo de combustibles fósiles, con todo lo que eso representa. Pero habría que pensar también en el reverso, resumido por el presidente surafricano, Thabo Mbeki: No creemos en un mundo con islas de riqueza en medio de océanos de miseria... Sin un plan compartido que nos comprometa a todos, la pobreza y la degradación medioambiental amenazan al mundo. No es imposible un retroceso a la condición primitiva de la existencia animal, con los más fuertes intentando sobrevivir en medio de la ansiedad de todos.
Las energías renovables que generan hoy en España (según asociación Appa, localizable en Internet) el 17 por ciento de la electricidad, generarán el 29 en el año 2010. España es uno de los cinco grandes generadores de energía eólica, con EE.UU., Alemania, Dinamarca e India. El petróleo que se malgasta hoy podrá seguir comercializándose durante más de un siglo, en sectores estratégicos, desde la navegación aérea a los plásticos quirúrgicos.
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