Hula hoop
Precisamente ahora, cuando acaba de morirse el inventor del «hula hoop», es cuando le hemos encontrado aquí una aplicación a la política. Los lectores recordarán sin duda ese juguete, que es uno de los más simples que haya podido imaginar el ingenio humano. En realidad, el juguete en sí estaba ya inventado, porque consiste en un simple aro fabricado en material ligero, generalmente plástico. El invento consiste en su utilización. No se le hace rodar por el suelo de parques, jardines y paseos, impulsándolo con un palillo como los de tocar el tambor, que es lo que hacían los niños de mi parvulario, ni se lanza vertical hacia delante girando sobre sí mismo con efecto para que regrese a la mano cuando toca tierra, u horizontal para que caiga exactamente sobre un bolo empinado, que en mi tierra lo llaman caliche.
El juego del «hula hoop» consiste en hacer girar el aro alrededor de la cintura gracias a rápidos y provocativos movimientos de cadera. Las lolitas quinceañeras ensayaban con este inocente juguete, o no tan inocente, un inicio de baile erótico, el aprendizaje de una especie de danza del vientre. Algunas niñas virtuosas del «hula hoop» lograban subir el aro, sin que dejara de girar, hasta el cuello, y bajarlo después hasta los tobillos para volver a subirlo a la cintura, que es lo que hace Aznar con la política. A mí, el «hula hoop» me pilló ya con espolones, y además he huido siempre de los ejercicios físicos, ya fuese el deporte, el «hula hoop» o el «jogging». El inventor del «jogging» murió a los cuarenta y pocos años, y Arturo Melin, el inventor del «hula hoop», acaba de morir a los setenta y siete. De momento, he sobrevivido a ambos.
Lo que yo quería decir, y se me está haciendo tarde para decirlo, es que José María Aznar ha inventado el uso del «hula hoop» en política. Ahí lo tenemos haciendo girar alrededor de su cintura tanto al Gobierno como al partido. Al Gobierno lo tiene en vísperas de remodelación, y hasta ahora nadie, a no ser Ana Botella, vislumbra lo que haya escrito en el cuadernito azul o lo que se cueza en el magín presidencial. Llegó el verano, hemos entrado en julio, se acerca la boda de la niña, y nadie sabe a ciencia cierta por dónde van a salir los tiros de la mal llamada crisis. Con el partido estamos en las mismas. El candidato a la presidencia del gabinete sigue siendo un secreto inescrutable, casi el misterio teológico del «filioque». Ni siquiera los candidatos a algunas Comunidades Autónomas y a ciertos Ayuntamientos importantes, entre ellos el de Madrid, nos han sido revelados. Cuando Aznar termine de dar vueltas al aro alrededor de su cintura, seremos partícipes de la verdad revelada acerca de nuestro destino. Hasta entonces, paciencia y «hula hoop».
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