El bar de Los Remedios que sirve molletes con jamón recién cortado para desayunar

Porque aquí el jamón eleva la tostada,se corta al momento, loncha a loncha, y llega al plato con ese brillo sutil de la grasa veteada fundiéndose sobre pan de viena, mollete o integral. Un ritual sencillo, pero imbatible.

Los Alcalareños es, en realidad, una tienda gourmet especializada en productos ibéricos, ubicada puerta con puerta con su pequeño bar de tapas y desayunos.

La fórmula funciona: la calidad del producto que venden —jamones y paletas de Huelva, Extremadura o Salamanca— es la misma que sirven cada mañana.

Afinan sus jamones hasta el punto óptimo de consumo y trabajan con marcas de prestigio como Arturo Sánchez y Tartessos, lo que explica el éxito de sus tostadas y su clientela fiel.

Los Alcalareños no es solo un bar de desayunos. Es también un bar de tapas con un enfoque de producto, producto y más producto.

En las pizarras y manteles —que funcionan como carta impresa— aparecen su ensaladilla, sus papas aliñadas y sus mejillones gigantes en escabeche; los clásicos de barra como la pringá, el montadito de melva con pimiento del piquillo, el de roquefort con jamón o la carne mechada; y platos de fogón tradicional como los callos con jamón, la fabada asturiana, el solomillo al whisky o sus huevos con jamón. A ello se suman sus chacinas, como la caña de lomo y el lomito de bellota, así como conservas de alto nivel —almejas, berberechos, bonito del norte, navajas, anchoas Doble 00 de Santoña— que completan un repertorio centrado en la materia prima.

El apartado líquido está a la altura. La carta de vinos, conservados en cava para asegurar su temperatura ideal, incluye referencias muy cuidadas en tintos, blancos, generosos y espumosos. Además, cada quincena introducen vinos por copas de una misma bodega o de distintas añadas, una práctica poco habitual en bares de barrio y que permite al cliente descubrir matices y comparativas interesantes sin necesidad de pedir botella completa.

En el capítulo dulce, Los Alcalareños apuesta por productos con nombre propio: los postres tradicionales de Alcalá de Guadaíra —su tocino de cielo y las tortas de Alcalá— y las tartas del maestro chocolatero Rafa Gorrotxategi, un referente nacional que selecciona personalmente el cacao origen para sus elaboraciones y que aporta un punto de excelencia inesperado al final de la comida.

La identidad del local se resume sola: todo lo que se come en el bar procede de la tienda, y todo lo que se vende en la tienda puede terminar servido en mesa. Conservas vegetales y de pescado, quesos artesanos de oveja, cabra, vaca y búfala, jamones y embutidos de distintas procedencias, dulces selectos, licores, panes… un catálogo amplio y afinado donde el producto es siempre la brújula.

Y aunque su oferta a lo largo del día es variada, es en el desayuno donde Los Alcalareños ha creado verdadera devoción. El gesto de ver al cortador trabajar la pieza, el aroma de la grasa tibia cayendo sobre el pan tostado y ese primer bocado que resume todo el carácter del ibérico han convertido este pequeño bar en uno de los rincones más queridos de Los Remedios. Una de esas direcciones que no necesitan más discurso que su propio que el sabor de jamón recién cortado.