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¿Existe en los hombres el instinto paternal?

Ellos también llevan impreso en los genes proteger, cuidar y amar a sus hijos

¿Existe en los hombres el instinto paternal? fotolia

m. j. pérez-barco

Pues sí. Los hombres también tienen un instinto paternal impreso en los genes. Al igual que a la mujer, a los varones les llega un día en que se despierta en ellos el deseo de tener un hijo, de cuidarle, protegerle y querer de manera especial, para siempre e incondicionalmente. Nace de su propia naturaleza. No se conoce si hay una edad determinada para ello, pero lo cierto es que sí existe. Entonces los hombres adquieren un comportamiento menos agresivo, más estable y más tierno para proteger a su hijo.

«Cada vez hay más estudios que indican que el instinto paterno- filial, ese instinto que nos lleva a cuidar, proteger y querer de manera especial a nuestros hijos formando un importante vínculo emocional y afectivo con ellos que durará toda la vida, existe en los hombres», afirma Susana Peñagaricano, psicóloga directora de ISEP Clínic San Sebastian y Bilbao. Según explica esta experta, hay estudios científicos que relacionan el instinto paternal con cambios hormonales en el hombre.

«Tienen un comportamiento menos agresivo, más estable y más tierno para cuidar del hijo»Parece ser que en los varones cuando esperan la llegada de un hijo también sufren cambios hormonales al igual que la mujer. «Se produce un aumento de la prolactina y el estradiol en hombres que conviven con mujeres embarazadas, otro hallazgo es el descenso de la testosterona en hombres que van a ser padres… No se sabe aún cuál es el mecanismo, ni en qué momento exacto comienza a funcionar, pero parece que la naturaleza procura un comportamiento menos agresivo, más estable y más tierno en el futuro papá».

En un momento en que la sociedad ha relegado a un segundo plano la función y el papel del padre en el crecimiento y desarrollo de los hijos, Susana Peñagaricano insiste en que «la participación del padre en la vida del niño; alimentándolo, bañándolo, abrazándolo, meciéndolo, mirándolo, hablando y jugando con él… les proporciona a ambos un conocimiento mutuo y una experiencia íntima y única que hará crecer el vínculo y lo hará perdurar».

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