Así es el programa antisuicidios de las cárceles españolas

Introduce un «preso sombra» que acompaña a los internos proclives a atentar contra su vida y alerta contra «levantamientos prematuros» ante «aparentes modificaciones de conducta» que puedan «encubrir» sus intenciones reales

Vista exterior de la cárcel de Brieva, donde se ha quitado la vida Rosario Porto EP

El sistema penitenciario español dispone desde hace años de un programa específico para la prevención de suicidios entre la población reclusa, del que Rosario Porto fue una de sus usuarias en distintas ocasiones durante su estancia en prisión. Una de las primeras instrucciones que la ... Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (SGIP) dictó data del año 2005, pero la normativa actualmente en vigor se aprobó en 2014. En esta última versión del programa se hacía hincapié en los factores «que pueden propiciar la conducta suicida» en los internos , como «el impacto psicológico de la detención», el eco mediático que tenga un determinado caso, el «abatimiento» que supone «la reducción a un género de vida penitenciario» para los condenados por delitos económicos y acostumbrados a «un prototipo de realidad económica largamente soñado», o incluso la culpa, entendidas como «la afectación que la comisión del delito, y de modo singular los delitos contra las personas (...) producen» en determinados individuos. En el texto de 2014 se añadían algunos factores más, como la «repercusión que los cambios en la situación penal-procesal y penitenciaria pueden suponer en el equilibrio personal del interno» o supuestos de «enfermedad mental». Hasta el momento no se ha determinado qué movió a Porto a quitarse la vida en su celda de la prisión de Brieva .

«La enfermedad mental es uno de los principales factores de riesgo de la conducta suicida , especialmente la esquizofrenia, el trastorno bipolar y los cuadros depresivos graves», se recoge en las instrucciones, «por ello resulta importante mantener clínicamente controlados a estos pacientes». Además, se incide en que «serán objeto de especial atención cualquier modificación en la situación de los internos, tanto procesal-penal como penitenciaria, las cuales pueden ser vivenciadas de forma negativa» . Es decir, la pérdida de una apelación o un recurso, o la negación de un permiso por parte de la Junta de Tratamiento o el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria pueden ser detonantes de este tipo de comportamientos autolesivos. El abogado de Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren , había advertido en el pasado que la imposibilidad de la madre de Asunta de acogerse a beneficios penitenciarios estaba afectando a su estabilidad emocional.

El Programa de Prevención de Suicidios (PPS) centra su actividad en la prevención y detección de este tipo de conductas, e impone una especial tarea de vigilancia en los funcionarios de prisiones para que estén alerta «sobre cualquier incidencia significativa que se detecte». Así, se especifican la especial vigilancia que debe tenerse antes del ingreso en el centro penitenciario, durante su internamiento o en los traslados y tránsitos entre prisiones. La normativa establece que «la permanencia mínima de un interno en el programa PPS será de dos semanas» , si bien «su duración máxima estará en función, lógicamente, de su evolución».

No obstante, se recomienda «no cronificar» la presencia de un recluso en el programa, aunque al mismo tiempo «se debe ser especialmente precavido para no efectuar un levantamiento prematuro de las medidas» ante una «aparente modificación» de su conducta, ya que «su mejoría podría encubrir una actitud instrumental» para esquivar la vigilancia y poder poner fin a su vida. Porto hace semanas que abandonó el PPS y aparentaba normalidad en su día a día en Brieva.

Las tareas de «observación e intervención» de los internos incluidos en el PPS corre a cargo de los equipos técnico, médico y del jefe de servicios de cada penal. Semanalmente, elaboran «un breve informe que recogerá (...) el comportamiento observado y si procede, introducir algún cambio, atenuación o supresión de las medidas al interno». En caso de levantamiento de medidas, estas no se realizarán todas a la vez «sino de forma progresiva».

Indicadores de suicidio

Los funcionarios disponen, en su informe de seguimiento, de una plantilla con distintos indicadores que deben señalar en caso de ser detectados en los internos . Por ejemplo, si hay rechazo a la medicación prescrita, poco interes en las relaciones con otros compañeros, hay una «mayor irritación de lo que es habitual» en el recluso, afirma «no tener ganas de comer» o «problemas para conciliar el sueño», «su forma de hablar es demasiado lenta y le cuesta hilar las ideas» o si por el contrario «su forma de hablar es demasiado rápida y salta de un tema a otro constantemente». También debe anotarse si el preso «cuenta que se siente muy culpable por algún acontecimiento que ha sucedido en el centro o en su vida en libertad», si «afirma que quiere acabar con su vida» o asi se lo ha dicho a algún compañero o si, por último, «ha regalado posesiones u objetos personales que apreciaba». Este documento se completa con una breve referencia a la «situación física del interno», aquellos con los que se relaciona, la información que aporte el interno de apoyo y la situación en que se encuentre su celda.

Una de las figuras más conocidas del PPS es el denominado «interno de apoyo» , que además de compartir celda y acompañar al recluso «en todas las actividades no colectivas» se convierte en su «sombra», estando a su lado «las 24 horas». Estos presos, según establecen las instrucciones del programa, «constituyen un activo que debe ser cuidado, registrado y reconocido» , y su participación voluntaria como «interno de apoyo» supone «signos claros de una línea de reeducación y reinserción para la que el ordenamiento penitenciario tiene reconocidas instituciones como son las recompensas y los beneficios penitenciarios». Estos internos son elegidos en base a una serie de criterios —entre ellos, que se encuentren en una situación estable en cada centro, que al menos les reste un año hasta su puesta en ibertad, que carezcan de antecedentes de autolesiones o enfermedades mentales graves y que no presenten consumo activo de drogas— y son previamente formados con un programa preparatorio.

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