Feijóo afronta las autonómicas de 2023 sin riesgo de perder poder
partido popular
Andalucía, Galicia y Castilla y León quedan fuera del calendario electoral
El calendario electoral hasta las próximas generales sigue sonriendo al Partido Popular. Después de su victoria en las andaluzas del 19 de junio, con una mayoría absoluta histórica para el centro-derecha en esa comunidad, el siguiente gran examen electoral al que se enfrenta son las municipales y autonómicas de mayo de 2023.
El partido de Alberto Núñez Feijóo parte con una ventaja moral, ya que acudirá a las urnas de las elecciones autonómicas con un riesgo mínimo de perder poder territorial. Todo lo que pueda conseguir sería recuperar gobiernos regionales, al contrario que el PSOE, que tiene mucho más que perder y le resultará muy complicado mantener todas las comunidades donde gobierna en este momento.
El escenario es así favorable a los intereses del Partido Popular, que gobierna en cinco regiones: Galicia, Castilla y León, Comunidad de Madrid, Andalucía y Región de Murcia, además de la Ciudad Autónoma de Ceuta. En Galicia y Andalucía, las mayorías absolutas se mantendrán intactas, ya que llevan un calendario electoral diferente.
Tampoco está en riesgo el gobierno del PP en Castilla y León, en coalición con Vox, porque los comicios fueron en febrero y la legislatura dura cuatro años desde entonces. Con esas tres regiones 'blindadas', el PP tendría por delante el reto de mantener los otros dos gobiernos regionales, el de Madrid y el de Murcia.
En el primer caso, el escenario político y las previsiones demoscópicas indican que Ayuso puede estar en la mayoría absoluta a partir de la próxima convocatoria electoral. No es probable que haya un susto en Madrid para el PP, sino todo lo contrario. En la Región de Murcia, las encuestas también reflejan una victoria de los populares, no tan contundente como la madrileña, eso sí, pero con una mayoría muy cómoda de la derecha, si se suman los votos de Vox.
Un PSOE en retroceso
A partir de ese punto, en Génova argumentan que todo lo que tienen por delante es avanzar y ganar poder, al contrario que un PSOE en horas bajas y en retroceso. Uno de los objetivos prioritarios de los populares es recuperar la Comunidad Valenciana, donde los escándalos que se han protagonizado en la coalición del gobierno regional pueden acelerar el cambio en esa autonomía.
Volver al que fue uno de sus feudos más importantes sería el avance más relevante del PP el próximo año, con Carlos Mazón, político emergente entre los populares, al frente del partido en aquella comunidad.
El PP ve posibilidades en Castilla-La Mancha, donde tiene encuestas que le sitúan con posibilidades de que el centro-derecha sume mayoría en las cinco provincias de esa región, siempre complicada para los populares. La posición del actual presidente regional, Emiliano García-Page, y su fama de verso suelto dentro del sanchismo, con un votante del PSOE tradicionalmente transversal, dificultan el objetivo del presidente del PP en Castilla-La Mancha, Paco Núñez.
Las esperanzas
En Extremadura, con otro barón 'clásico' socialista, como es Guillermo Fernández Vara, el PP estrena liderazgo, con María Guardiola recién elegida presidenta en sustitución de José Antonio Monago. Guardiola, muy bien valorada en Génova, y que ya era la candidata preferida en la etapa de Casado y García Egea, se volcará primero en darse a conocer, y después en demostrar que Vara es «una extensión del sanchismo en Extremadura, y su imagen de verso suelto es irreal», según comentan fuentes populares.
El PP también mira con esperanzas a Aragón, donde tiene como líder a una de las últimas figuras políticas con más fuerza y recorrido dentro del partido, como es el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, presidente de esta formación política en la región.
Las encuestas reflejan una posible victoria del PP, pero en esa comunidad el 'problema' llega después por la fragmentación de partidos, que hacen muy complicada la formación de alianzas y la suma de mayorías.
En Baleares, los populares tampoco descartan dar la sorpresa. En Asturias y Cantabria lo tienen más complicado. Allí siguen pendientes los congresos regionales del partido, después de una época interna muy convulsa, ahora tranquilizada tras la llegada de Feijóo. Tampoco hay líder ni candidato aún para La Rioja, antiguo feudo del PP, y en Navarra sigue sin estar claro el modelo que quiere el partido.
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