Desamateurismo
En el viaje personal de Sampaoli hacia los fundamentos de la lógica, las circunstancias del Sevilla impelen su evolución
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Iniciar sesión«El rock te marca el día a día, el sufrimiento, las injusticias», aseguró en alguna ocasión Jorge Sampaoli , seguidor acérrimo de la banda argentina Callejeros. Archiconocida por Nervión es la versión adaptada de su tema 'Imposible', con la que la grada de ... Gol Norte, desempolvando su profuso repertorio, vuelve a espolear al equipo y brinda de paso un guiño motivante a su míster, como en 2016. Las cosas, en cualquier caso, han cambiado una barbaridad para todos en el Sánchez-Pizjuán desde entonces. Ni Sampaoli es el mismo, ni su Sevilla tampoco. No hay rebeldía ni 'amateurismo' que valga. Todo se acopla ahora al imperativo de la madurez y al sentido común para intentar escapar del peor atolladero que ha atravesado el club en dos décadas .
La primera vez que el entrenador argentino dirigió un partido de liga en el Sánchez-Pizjuán, el electrónico del coliseo blanquirrojo acabó destellando un disparatado 6-4 contra el Espanyol. Todo lo que vino después deparó un frenético cóctel de anarquías y odas ofensivas, espléndidas para el espectador medio, infartantes para otros tantos sevillistas… y generadoras de metas colosales que terminaron todas ellas desinfladas por la propia espantada del argentino a su selección. Muchos se preguntaron hace unos meses si Sampaoli era el relevo más adecuado para Lopetegui con la alarma de incendios sonando a todo trapo. La respuesta está todavía por escribir pero los indicios arrojan un boceto amable.
Este Sampaoli nada tiene que ver con el que Monchi trajo de América hace siete años. Es más extrovertido en el club, cercano e implicado con las personas y las tareas del día a día (que hace falta), e introvertido paradójicamente hacia su propuesta futbolística. Esto es, conservador, sin desterrar por supuesto el punto romántico. De compromiso, sobra hablar, ya que la respuesta se asienta en el mero hecho de haberse metido él solito en un berenjenal donde, quizá, tenía mucho más que perder que ganar, algo que también está por ver.
En el viaje personal de Sampaoli hacia los fundamentos de la lógica (si es que ésta existe en el fútbol), las circunstancias del Sevilla impelen su evolución. Es ese puntito de romanticismo que aún alberga el que lo llevó a 'inventar' nada más aterrizar, ya sea por la impactante limitación de efectivos o la demora de los obligados fichajes. Poco ha tardado en darse cuenta del contrasentido de jugar con Isco o Suso de falso nueve, de colocar a Rafa Mir como extremo, o incluso de cargar de marrones defensivos que no les competen ahora a chavales como Carmona y Kike Salas .
El Sampaoli más racional invoca el 'desamateurismo'. La esencia, en cualquier caso, no la pierde. Sigue escuchando en Nervión aquello de «volver a ser campeón es lo que más quiero y que esta grada vuelva a festejar, juntos de nuevo // Quiero verte en el Sánchez-Pizjuán todos los domingos y a cualquier campo yo voy a viajar, donde tú juegues te voy a animar // Todos nuestros hijos se pondrán a llorar, otra vez en campeón quieren ver a papá».
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