Sevilla FC

Comerse a los niños crudos

«Hoy no solo nos jugamos un sobresaliente cum laude para el final de la primera vuelta; hoy empezamos a desaguar tanto veneno como nos hizo tragar aquella víbora futbolística que le cogió gusto a nuestra indefensión»

La asignatura pendiente nos la quitamos esta noche de encima. Tres puntos a disputar que se quedaron colgando a la espera de una fecha oportuna para ambas escuadras. Pese a que el hospital de campaña no corta su curva ascendente, tampoco es mentira que la ... curva del espíritu del equipo sigue tendiendo hacia lo más alto. Es la fuerza de la sangre que acompaña a este equipo como una de sus señas identitarias. Es el famoso puto Sevillla que aparece cuando el agua le llega al cuello, no hay más madero al que agarrase en mitad del naufragio y, milagro, una vez más, emerge como Neptuno de las aguas oceánicas, para darle la vuelta a la situación y pasar de víctima a verdugo. ¿Hay motivos para pensar que esta noche no será así y que el equipo puede completar una primera ronda liguera de sobresaliente cum laude?

Ninguna. No hay ninguna. Porque, entre otras cosas, los yogurines de la masía vienen sin aquella maldita pulga austral que, él solo, le metió al Sevilla más goles que los que algunos equipos de primera hicieron en sus respectivos calendarios. Treinta y ocho goles en cuarenta y dos partidos. Era un asesino futbolístico en serie. Y nosotros la víctima propiciatoria de sus fintas, tiros e insoportables aciertos. Se dice pronto. Pero ahí está el tío de los números para recordarlo. Treinta y ocho goles en cuarenta y dos partidos lo que sale a un gol y pico por partido. Lo del pico es groseramente estadístico. Pero hagan la cuenta y verán que salimos a más de un gol por encuentro...con la frustración. Su presencia en la cancha era garantía de aliño y bajonazo para el sevillismo. Una condena más del destino que nos parecía tan injusto como vengador. Ahora que la pulga se acogió al lanudo confort de un equipo parisién con más dinero que un congreso de jeques, nos llega la hora de empezar a desquitarnos de tanto horror padecido. De comenzar la reconstrucción nacional de una relación entre entidades que mostraba una insultante balanza de pagos a su favor y nos reducía a estatus bananeros. Hoy no solo nos jugamos un sobresaliente cum laude para el final de la primera vuelta. Hoy empezamos a desaguar tanto veneno como nos hizo tragar aquella víbora futbolística que le cogió gusto a nuestra indefensión.

El milenio pasado, cuando alguna vez fui un niño pequeño, circulaban unos mantras paternos para acojonarnos y meternos en verea si nos empeñábamos en ser chiquillos y díscolos. Te asustaban con el hombre del saco, el de la manteca y con el ogro que se comía a los niños crudos. Al tío de la manteca lo recibirían en Can Farsa con una sardana floreada y castelles de más pisos que las torres Petronas. Andan con las espaldas desnudas por su estado carencial de manteca colorá. Y eso en los clubes de su jerarquía se nota muchísimo. Tanto que no pueden con el peso muerto de las nóminas de unos jugadores que siguen vegetando y que, sin mucho esfuerzo, le han dejado su camiseta de burgueses irrecuperables, a los niños de la masía. A unos niños a los que ya ven, desde Soria a Vendrell, como los brotes verdes de un campo arrasado por un grandísimo inepto como fue el secesionista Bartomeu. A esos niños, este puto Sevilla, cojeando y con muletas, como un herido de guerra que se recupera del infierno de Siria, se los debe de comer crudos con esa hambre de fútbol, competitividad y espíritu guerrero que lo distingue y nos hace diferentes. Como un encaste selecto, bravo y que tiene prohibido rendirse. Comerse a esos niños crudos, deportivamente hablando, es nuestro objetivo de hoy en una noche que se sueña tan hermosa como la del pasado sábado. No la vamos a tener mejor. No habrá una oportunidad más a la mano para empezar a disfrutar nuestra vendetta por tantas y tantas humillaciones recibidas a lo largo del imperial reinado de la pulga. Hay que comerse a esos blanditos pichones y luego, con muchísima cortesía y caballerosidad, les desearemos unas muy felices Pascuas…que desde aquí hago extensible a toda la comunidad palangana.

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