Violencia, no; venta, sí
Creará desasosiego en los amenazados, pero menos del que les produciría poner sus acciones o sus sueldos en manos de terceros a la fuerza
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Iniciar sesiónSiempre me produjo ternura, por improductivos, los minutos de silencio contra la violencia de género, las manifestaciones de los ciudadanos en petición de viviendas o contra el alza de los precios o la llamada a los boicots de determinados productos, tras el enésimo chantaje de ... la comunidad autónoma de turno. Necesario todo ello, para sentirnos vivos y soliviantados por las injusticias, pero por lo general inútiles, porque contra la violencia sólo caben leyes preventivas y coercitivas en aquellos casos en que es predictivo el desenlace. porque las viviendas empiezan a cimentarse en las urnas y el no comprar productos de otros termina fastidiando a lo proveedores propios.
El sevillismo clama contra la gestión del Consejo y una minoría, a la vista de que este no se da por aludido, dio un paso más al final del partido contra el Atlético y se mostró agresiva, y en algún caso violenta (frente a un bético dicen, como si el subconsciente sevillano les alentara a darle un sopapo a sus cuñados), contra los gestores. La violencia no es nunca una solución y en el caso de las sociedades anónimas, deportivas o antideportivas por parte paterna, menos. Creará desasosiego en los amenazados, pero menos del que les produciría poner sus acciones o sus sueldos en manos de terceros a la fuerza.
Hay que condenar sin matices los sucesos del pasado domingo y, al mismo tiempo, pedir al Consejo una profunda reflexión. No apelando al escudo, sino a lo que le duele, el dinero, porque la nefasta gestión que se está realizando empobrece su inversión a pasos agigantados.
El Sevilla Fútbol Club está abocado a la venta. No por lo que creen que vale sus dueños, sino por lo que el mercado, por las deudas que han generado, esté dispuesto a pagar. Y esta vez sí hay que apelar a su sevillismo, eligiendo la mejor opción para el club que dicen, y es probable que sea cierto, amar. No al indio o al malasio estafador de turno, sino a quien, por trayectoria, contactos y cuenta corriente, sea capaz de volver a colocar al club en la élite continental. Ahí es donde de verdad los vamos a ver.
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