Sevilla - Granada: Un grito de orgullo y gran rebeldía
El Sevilla ganó el partido en el tiempo de descuento ante un Granada que había empatado en el minuto 88
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Iniciar sesiónFue el triunfo de la rabia. De la angustia. De la emoción. Del querer de una plantilla que no ha parado de sufrir durante toda la temporada, siempre marcada por las lesiones y, ayer de nuevo, penalizada por decisiones incomprensibles del colegiado. Y del VAR, ... que poco o nada se sabe para qué ha llegado al fútbol, al menos, en LaLiga. Anoche, con Nervión entregado a los suyos, el árbitro miró para otro lado en la caída de n-Nesyri dentro del área, y el VAR le anuló un tanto a Rafa Mir. Pero bueno, dejémoslo ahí, y pongamos un punto y aparte en forma de reclamo y sin olvido.
La victoria fue una fiesta, merecida, y necesaria para la afición y para unos jugadores que se han acostumbrados a recibir mazazos. Cualquier otro equipo, sin el alma competitiva de los futbolistas de Lopetegui, hubiera bajado los brazos en el momento que el Granada empató el partido en el minuto 88. Bono, que nada pudo hacer en el remate de cabeza de Víctor Díaz, fue el primero en creer, y lanzó un chillido que aún parece escucharse en las gradas del Sánchez-Pizjuán mientras escribo estas líneas. Puso en orden a sus compañeros. Poco después, llegaría el segundo aviso en forma del «no te rindas» cuando se escuchó en el estadio que el tiempo añadido sería de nueve minutos. La afición explotó como si fuera un tanto. Vamos, vamos, vamos. El ambiente de explosión caló en unos jugadores que levantaron la mirada en dirección al meta del Granada, liderados por un genial Papu Gómez, que había entrado un poco antes, y con Óliver Torres en plan estrella en el patio de un colegio. ¡Qué maravilla! Jamás 540 segundos dieron para tanto.
El Granada se nubló, y lo que apenas unos instantes antes eran facilidades y equilibrio, tornó en la mayor de las desesperaciones para los visitantes. En el 93, apareció Rafa Mir para romper cualquier maldición y poner de nuevo por delante a su equipo, y en el 100 sería el Papu, tras recibir un genial pase de Óliver, el que pondría el definitivo 4-2. Dicen algunos que el fútbol es para los atletas, y puede que no les falte razón. Pero también este deporte, tan pasional como injusto en muchas ocasiones, está señalado para aquellos artistas que saben interpretar lo que requiere cada momento. El sevillismo cantó anoche «Papu, Papu». Todo queda dicho con una hinchada tan exigente como orgullosa de los suyos cuando lo dan todo. El triunfo de ayer puede valorarse como uno de los más importantes de los últimos tiempos. Si bien pudiera sonar a exageración en un primer momento, cualquier análisis posterior invita a pensar que todo lo que no fuera vencer anoche hubiera sido una auténtica catástrofe a falta de siete partidos para que se acabe la temporada.
Ahora, con los 60 puntos, vuelve a la segunda plaza, a la espera de lo que hagan el Barcelona, con dos partidos menos, y el Atlético, con uno menos. El Sevilla comenzó el partido dormido, seguramente, por el querer controlarlo todo, y verse envuelto en una idea de juego del Granada fastidiosa para sus intereses. En muchas ocasiones, el equilibrio puede encontrarse en el desorden, en definitiva, en decirle al rival que voy a por ti hasta derribarte, hasta que no sienta otra cosa que el aliento del sevillista. Apretando una y otra vez. Con el Sevilla queriendo controlar llegaría el 0-1, obra de Machís con un trallazo desde fuera del área. El equipo de Lopetegui se despertó del tirón, y viviría en los siguientes minutos en el terreno de juego del Granada. Así llegaría el empate, en el 31, tras marcar Diego Carlos de cabeza. Lo que vino después fue otro poco de orden ficticio, sólo roto en la segunda parte cuando Ocampos, como un jabato, siguió percutiendo buscando el segundo. El tanto del argentino llegaría en el minuto 66 después de que el VAR avisara al colegiado para comunicarle que se había equivocado al anularle el tanto. Ocampos lo celebró prácticamente en el banquillo, pues ya había sido sustituido. Rafa Mir, que había entrado, hizo el 3-1, pero ahora el VAR avisaría de que debía se anulado al entender que había hecho falta previamente.
El partido se puso feo, muy feo para un Sevilla que empezó a temblar. El Granada, como no podía se de otra manera, se vino arriba y respondería haciendo el 2-2 en el minuto 88 tras un córner. Lo que vino después en el Sánchez-Pizjuán ya lo conoce usted: empeño, esfuerzo, constancia, creer, sufrir, mandar, soñar y ganar con los tantos de Rafa Mir y el Papu Gómez. Menos mal. Qué manera de sufrir y qué larga se está haciendo la temporada. Quedan 27 puntos y un único objetivo, jugar la próxima edición de la Liga de Campeones sea como sea.
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