El rincón de Cazón Palangana
Salzburgo - Sevilla: Lopetegui tiene un plan
Quiero pensar que eso esconde esa cara como de haberle dado el primer buche a un cubata cargao
Puente de la Inmaculada. He de admitir que estaba preparado para aparcar en el centro, para pelear un sitio en la Plaza San Francisco para ver cómo se encienden unas luces led, para soportar los sermones de mi cuñaoancá mi suegra, para construir de nuevo ... el árbol navideño,para colgar las mil quinientas bolas de adorno, para aguantar el «illo, estás más gordo» de mis amigos de la infancia… Estaba preparado para todo eso, menos para la final que iba a jugar el Sevilla esta noche. Y es que el grupo del Sevilla, en esta última jornada, es una cena de empresa: todo puede pasar. Desde salir triunfador, clasificarte a la siguiente ronda, quedar genial con tus jefes y marcharte a casa a la hora adecuada, hasta perder, quedar fuera de Europa, hablarle con la lengua gorda a tus jefes, meterle cuello a la mujer de uno de ellos y llegar a casa amaneciendo con el móvil sin batería y tu mujer esperándote babucha en mano.
Escribo esto sentado en el Roca, literalmente jiñao, mientras leo la alineación que nos regala Julián López de Tegui para encarar la finalísima en Salzburgo. Lo más llamativoes que vuelve a apostar por un once sin delantero centro al uso, con un Munir El Haddadi Mohamed de falso 9 y dejando a Rafa Gomir en el banco. Un banquillo que en vez de uno futbolero parece uno judicial, de la audiencia de menores, con nombres como Adrián, Luismi, Juanlu y Juan María, todos ellos canteranos. Y pretenderán que no esté jiñao.
El partido comenzaba sin claro dominador. Al estar a 3 grados bajo cero, los jugadores parecía que estaban constantemente fumando cachimba, echando vaho por la boca. Buen presagio, porque a cachimbitas y a mamoneo no nos gana nadie. La primera ocasión clara la iba a tener el Sevilla a la salida de un córner. Koundé iba a rematar un balón que se iba a ir lamiendo el poste. Un Koundé, que, si llega a saber la pelúa que iba a hacer en Austria, se habría dejao el pelocho a lo afro y no las trencitas. Fijaos si hacía frío, que, en la publicidad de la camiseta del Sevilla, en vez de Manos Unidas ponía Guantes Unidos.
Hoy, si me tuviera que encomendar a algún futbolista, ese sería Iván Rakitic. El croata que ya tiene ojeras de padre, de dormir poco y mal, pero que tiene cada vez más cara de sevillista balcánico de pinoloco. Pasado el minuto 20, Iván, con sus dos bolsas del ikea bajo los ojos, probó suerte desde fuera del área, pero le pegó al balón con demasiada rosca y se marchó fuera.
A la media hora de encuentro llegó la primera gran ocasión del Salzburgo. Un delantero que tiene nombre de pescado crudo yugoslavo, Sucic, disparó cruzado y el balón se marchó muy cerca de la portería de un Bono que parecía que iba de pijama largo hoy.
Al filo del descanso la tuvo de nuevo Koundé rematando otro saque de esquina, que esta vez se le fue algo alto. Iba a ser la última de una primera parte donde el Sevilla contuvo a su rival y tuvo sus moderadas ocasiones para irse con ventaja al descanso. Era hora para darse una ducha jirviendo, arrimarse a la estufita del vestuario, mirarse a las caras los unos a los otros y conjurarse para salir a ganar en la segunda mitad.
Saltaban de nuevo los jugadores del Sevilla al terreno de juego con 5 grados bajo cero y carita de «quién me manda a mí». Las vallas publicitarias anunciando LAYS, pero, ¿quién carajo va a meter la mano en un paquete papa con la que está cayendo, diosmío? Solo si son papas asás.
Helao nos quedamos todos los sevillones en el minuto 5 de la reanudación, cuando Munir estrelló un plácido remate de cabeza en el travesaño. Debido al temblor de la portería se tuvo que marchar un pingüino estaba apoyado en el poste conversando con un grajo.
El que perdona, lo paga. En la siguiente jugada marcaba a placer el Salzburgo por medio de Okafor, que tiene nombre de concesionario que anuncia el maestro Araujo. Su red de concesionarios Okafor, Tysa, Ferrymóvil y Sevilla Sur. Se le ponía el partido en chino mandarín al Sevilla. La primera decisión de Lopetegui iba a ser sacar a Rafa Gomir.
El panorama era una monería. El equipo austriaco, que tiene futbolistas que corren más que un patinete tuneao, jugaba al contragolpe, con la tranquilidad de saber que el Sevilla necesitaba dos goles. Además, en el minuto 63 el Sevilla iba a lanzar un córner horrible, a media altura, como si el balón estuviera pinchado, y Jordán tuvo que frenar a Adeyemi ganándose su segunda amarilla y la expulsión. Quiero pensar que el bueno de Jordán seguía instrucciones del míster para ser expulsado y no remontar este encuentro para quedar terceros de grupo y clasificarnos para la Europa League. Quiero pensar que Lopetegui tiene un plan.
Lástima que Medina Cantalejo no tenga competencias europeas porque de haberlas tenido no habría permitido que el Salzburgo acabara este encuentro con once jugadores. Entradón feísimo sobre el tobillo de Óliver que se saldó con tarjeta amarilla. El plan de Lopetegui quedaba patente porque hasta un jugador fiable como Koundé iba a golpear el balón con el dedo meñique para mandarla a saque de banda.
A partir de este momento, el talentoso y joven equipo austriaco se iba a convertir en el Osasuna de principios de años 2000, perdiendo tiempo como si de jugadores de la experiencia de Patxi Puñal se trataran. Tironcitos en el gemelo, tanganitas, balones deshinchados… el fútbol.
Fin a una pobre participación en Champions, con 6 importantes jugadores en la enfermería, Ocampos maldiciendo al aire, Munir tocándose el pubis, Rafa Mir bien peinado y Lopetegui con cara agria, como el que le ha pegao el primer buche a un cubata cargao. Un tercer puesto que da derecho a jugar la Europa League, competición que cada vez que nos mira, lo hace con carita de gitana. Quiero pensar que todo esto forma parte de una genial estrategia. Quiero pensar que Lopetegui tiene un plan.
El tuitaso
Renovación automática | Cancela cuando quieras
Ver comentarios