Sevilla - Real Sociedad
Mátame suavemente, Sevilla
El tercer tiempo
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Sevilla
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Iniciar sesiónEl contexto del encuentro de ayer no podía ser más aciago: costaba evadirse de toda la tristeza que, como un enorme jarrón de agua fría -nunca mejor dicho-, ha caído sobre España entera con el drama de la dana valenciana. Claro que, si el Sevilla ... nos hubiera regalado un buen partido, los sevillistas habríamos agradecido el rato de evasión y recreo. Ocurrió, sin embargo, que al mal tiempo los de Nervión propusieron mala cara; la respuesta ante la dana fue la nada más absoluta. Uno de los peores partidos de la era García Pimienta, con un equipo flojo y romo. Es cierto que el equipo acusaba algunas importantes bajas, pero se suponía que este era un partido decisivo. La victoria del derbi sirvió de pegamento entre la afición y el club. Desde ese día, nadie había vuelto a protestar y los ánimos parecían haberse calmado. Hasta ayer, no supimos la consistencia del pegamento empleado. Cuando, nuevamente, tras el pitido final, la afición sevillista volvió a pedir la dimisión de la directiva, los muebles volvieron a romperse: el pegamento, como nos temíamos, era del chino.
El pegamento era del chino y quien vino a demostrarlo fue un japonés, Take Kubo, en el minuto 33 de partido. Take Kubo hizo tanta sangre con su golazo como el que desparrama generosamente su paisano Takeshi Kitano en sus salvajes películas. Porque se internó en el área como si surfeara una ola, poniendo el cero a uno con un gol de dolorosa plasticidad. Desde ese minuto hasta el fin del primer tiempo, el partido fue por completo de la Real.
Tras el descanso la cosa no fue a mejor. García Pimienta parecía tener frío, porque apenas salía del banquillo. La mayor parte del tiempo, quien comparecía era su segundo, Álex García, con quien guarda cierto parecido y que parece ser su doble de riesgo: es el quien aguanta el chaparrón durante largos tramos del partido. Cuando al entrenador titular le da por aparecer, el lenguaje gestual lo delata; hace todo lo que cualquier cursillo de cómo hablar en público recomienda no hacer nunca: manos en los bolsillos, brazos cruzados y actitud ensimismada. Cuando estos comportamientos se producen mientras el equipo va perdiendo y pasan los minutos sin que se proponga ninguna solución, la afición se desespera. Solo movió el banquillo tras el penalti de Marcao, superado el minuto 70, de lo que cabe deducir que, hasta entonces, el juego del Sevilla había convencido al técnico catalán.
Hablemos de Marcao. Hay pocos jugadores del Sevilla que resulten más carismáticos que él. Por su estética ruda, recuerda, más que a un futbolista, a un luchador de la WWE. Más concretamente, es clavado a uno de los tiempos del Pressing Catch: Malas Noticias Brown, cuyo nombre real era Allen Coage. Nunca llegó a obtener el cinturón de campeón: su apodo funesto dictaba su destino. En el Sevilla, Marcao es Malas Noticias Brown. El manotazo que le arreó a Zubeldia fue digno de un combate contra Hulk Hogan. Su penalti fue la peor noticia del partido, porque hizo dinamitar cualquier perspectiva de remontada. Pero el equipo estaba sentenciado antes de esa maniobra: cuesta creer que, con semejante juego, el Sevilla hubiera sido capaz de igualar el encuentro sin el penalti.
El partido nos reservaba aún un momento de categoría. Lo perpetró Iheanacho. Hay pocos jugadores con los que hayas tenido la sensación, al verlos, de que el tiempo se detiene. Ocurría, muy especialmente, con Michael Jordan. Cuando se suspendía en el aire, el tiempo parecía también suspenderse; era como si los segundos adquirieran otra densidad. Ayer, por un motivo muy distinto, Iheanacho me recordó a esos segundos ingrávidos de Jordan, cuando corrió en el minuto 86 para alcanzar un balón antes que el portero. Fueron solo dos segundos, pero el nigeriano pareció tardar un siglo en llegar al balón. Michael Jordan se hubiera sentido orgulloso. El colofón de la hazaña fue su incapacidad para hacer gol con el portero ya vencido.
Es lo que hay. Es lo que tenemos. Lo que nos queda esta temporada. Killing me softly, como cantaba Perry Como: Mátame suavemente, Sevilla.
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