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Red Bull F1, el dólar mejor invertido de Mateschitz

El magnate austríaco compró el equipo en 2004 por un dólar y lo ha convertido en el mejor del mundo solo ocho años después

Red Bull F1, el dólar mejor invertido de Mateschitz

e. v. e.

Quizá el único que sabía del final exitoso de la aventura cuando dio su visto bueno a la compra del equipo Jaguar de Fórmula era Dietrich Mateschitz . El dueño de Red Bull aprobó la operación por un costo simbólico de 1 dólar, acompañado de un compromiso de inversión de 300 millones en tres años. Un desembolso importante para un equipo que languidecía en manos de Nikki Lauda, pero que Mateschitz ha sabido elevar al éxito en apenas ocho años.

Su primera decisión importante, la más crucial, fue atraer al cerebro más relevante en la Fórmula 1 de los últimos años. Adrian Newey , el ingeniero responsable hasta entonces de los bólidos en McLaren, dijo sí al proyecto Red Bull. Era el 8 de noviembre de 2005. Comenzaba la aventura.

El primer coche que llevó realmente su sello personal fue el de 2007. El RB3, con el que Webber logró su primer podio con Red Bull, era un anticipo del salto de calidad que estaba por venir. La inversión de Mateschitz ya estaba justificada, pero el magnate austríaco quería más.

Tras una temporada de transición, es en 2009 cuando se produce la explosión del equipo y su llegada al podio con asiduidad. Un cambio en las reglas técnicas deja el camino libre a la creatividad de Newey, que realiza su primera “obra de arte” con el RB5, un monoplaza al que le faltaron carreras para haberse convertido en campeón. No lo consiguió ese año por el arranque arrollador de Brawn GP, pero era cuestión de tiempo. Los cimientos estaban puestos. Faltaba reforzarlos.

Lo consiguió apenas unos meses después, con un bólido que sorprendió a muchos por su excelente rendimiento en calificación. 15 de las 19 poles de la temporada fueron para los Red Bull, que encontraron en Vettel al piloto idóneo para llevarlos al campeonato de Mundo. Newey y Mateschitz lo habían conseguido… pero aún querían más.

Si 2010 había sido ya un año excelente para Red Bull, su dominio se hizo incontestable con el RB7, el monoplaza más perfecto de los últimos años. Una máquina casi infalible que arrasó en clasificación y en carrera. Poco o nada pudieron hacer sus rivales para evitar el segundo campeonato consecutivo del tándem formado por Vettel y Red Bull.

Con el sueño cumplido, tocaba rizar el rizo. Tratar de consolidar esa hegemonía con un tercer título consecutivo, algo que solo había logrado antes el binomio Schumacher-Ferrari . Un éxito sin precedentes que le costó a Mateschitz un dólar. Negocio redondo.

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