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Baloncesto

EL Panathinaikos, una galaxia para evitar que el Real Madrid conquiste la Euroliga

El multimillonario proyecto griego, que realizó en verano hasta 11 fichajes, además del técnico Ergin Ataman, último desafío de los blancos en Berlín

El Madrid saca pecho tras su gesta en el infierno rojo: «Me voy a tomar una cerveza gigante»

Ergin Ataman ya venció al Madrid en una final de Euroliga, con el Efes en 2021 reuters
Pablo Lodeiro

Pablo Lodeiro

Berlín (Alemania)

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Y un año después, el Real Madrid vuelve a llamar a la puerta de la Euroliga, decididos los blancos a sumar su segundo título continental consecutivo y el decimosegundo de su historia, que se dice pronto. Aunque el escenario es el mismo, las sensaciones son muy distintas. En 2023 en Kaunas, Lituania, los madridistas abrazaron el sufrimiento para hacerse indestructibles, batían a sus rivales en lo emocional para luego aporrearles sobre el parquet. Pero lo que Berlín dicta es que el Madrid es ahora imbatible porque su talento es inalcanzable. Tanto que incluso a Mario Hezonja no le tiembla la voz a la hora de asegurar que esta es la mejor plantilla que la competición ha visto en toda su historia. Y puede que razón no le falte, pues su actuación en las semifinales ante el Olympiacos, donde combinó virtuosismo y una fortaleza mental envidiable, dejó patidifusas a tres de las gradas más volcánicas del planeta.

Esta campaña, el destino ha arrojado todo tipo de desafíos a los de Chus Mateo, cada uno más difícil que el anterior, como dos partidos en Atenas en una misma semana o el ya legendario duelo de las cuatro prórrogas ante el Efes turco. Pero al final del conflicto, los blancos casi siempre eran los vencedores. Y es por eso que, casi por decisión divina, les espera en la final de hoy una última prueba de fuego salvaje, quizás el único equipo de toda Europa que está a la altura de los españoles en cuanto a historia y talento, el legendario Panathinaikos.

Los del norte de Atenas fueron una pesadilla en los primeros años del siglo XXI, cuando conquistaron cinco de sus seis Euroligas gracias, sobre todo, al liderazgo del chamán Zeljko Obradovic. Pero tras la marcha del técnico serbio en 2012, se perdieron y vieron cómo sus vecinos de El Pireo, el Olympiacos, se convertían poco a poco en el equipo de referencia de Grecia. Una caída en desgracia que duró hasta el pasado verano, en el que su propietario, el excéntrico y polémico Dimitros Giannakopoulos, millonario de la industria farmacéutica griega, decidió revolucionar el mercado de fichajes a base de talonario.

Fueron hasta 11 las incorporaciones que sellaron los verdes. Algunos nombres ilustres, como Juancho Hernangómez, Mathias Lessort o incluso Kostas Slouskas, héroe del bando rojo durante más de una década que decidió emigrar al otro lado de la capital helena. Y para dirigir a tanto astro, se firmó al legendario Ergin Ataman, doblé campeón el turco con el Efes (2021 y 2022), enemigo público número uno del resto de equipos de la Euroliga y tan buen estratega como agitador.

Lo cierto es que el proyecto griego ha sido el gran agitador de la actual temporada de la Euroliga, ha dado valor añadido a una competición que siempre quiere blanquear su marca pero que también acepta las reminiscencias del antiguo baloncesto europeo, las más rockanroleras. Tanto Ataman como Giannakopoulos han sido sancionados en numerosas ocasiones, especialmente llamativa la figura del presidente, que arremetía contra sus rivales en unos vídeos en sus redes sociales donde aparecía sin camiseta, fumándose un cigarrillo tras otro y en los que llegó a llamar a Giorgos Bartzokas un «hombrecillo». El entrenador del Olympiacos, con su talante natural, le respondió que mide casi dos metros. Un hombre mordaz pero con carisma, como demostró en las semifinales, donde supo sacarle una sonrisa a figuras como la del exjugador Scottie Pippen.

Pese a las numerosas polémicas, la temporada del Panathinaikos es hasta la fecha fantástica en lo deportivo. El fichaje en octubre de Kendrick Nunn, anotador con mucha experiencia en la NBA, les propulsó hasta los playoffs, que no habían pisado en 12 años, y tras batir al Fenerbahçe turco el viernes, hoy podrán recuperar la corona europea tras 13 años de sequía.

Aunque Ataman llegó a Berlín con el puño en alto y prometiendo la séptima estrella en el escudo del Panathinaikos, bajó su ego en las horas previas a la final. Recalcó su madridismo («Mi sueño sería enfrentarme al Madrid de fútbol), pidió perdón a Musa por los pocos minutos que le dio cuando estuvo bajo su mando en el Efes («Que no se vengue») y le ofreció un pacto a Mateo: llegar a los últimos minutos con el marcador igualado para que los aficionados no se aburran.

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