Real Betis
Luz en el desierto, sombra en La Palmera
Vender de una parcela para mejorar en muchas otras es un axioma asumido desde hace años por la clase media/alta del fútbol mundial
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Iniciar sesiónEl Al-Attihad saudí ha dado la bienvenida a su último fichaje rebautizándolo, poco cristianamente, como Luz Felipe. El foco que lo ilumina en el desierto arroja ahora sombra sobre el Real Betis, con gran dolor de su corazón y alegría de su cartera. Se ... marchó quien en un solo año, tras llegar libre, adquirió la condición de baluarte de su defensa. Una operación irreprochable desde el punto de vista económico, que origina un coste deportivo importante.
No puede decirse que la desvinculación del brasileño haya cogido desprevenido a nadie. Se le buscaba reemplazo desde hace tiempo, lo que hace pensar que la operación estaba en números antes de que las últimas negociaciones, en el filo ya del cierre del mercado, los engrosaran.
Tan cierto es que el cuerpo técnico se barruntaba el traspaso como fórmula ineludible de cuadrar temporalmente las cuentas, que Manuel Pellegrini, tan discreto siempre en asuntos de la Casa, advirtió de manera pública en la recta final del zoco estival de la 'irresponsabilidad' que supondría deshacerse del jugador. El chileno cuidaba su predio, olvidando adrede que este andaba ya hipotecado en lo financiero por el afán de los gestores de convertir un páramo en un vergel, accediendo a sus deseos desde su llegada. Vender de una parcela para mejorar en muchas otras, y por extensión en el conjunto, es un axioma asumido desde hace años por la clase media/alta del fútbol mundial.
Queda ahora encontrar a quien llene el hueco dejado por él. No se trata tanto de relegarlo al olvido como de no echarlo en falta en una temporada marcada por la necesidad de que los ambiciosos objetivos deportivos a alcanzar produzcan réditos económicos con los que ir reduciendo la deuda y cimentando la ambición.
Las aficiones, relegadas por las SAD a su condición de meras espectadoras, sólo quieren ver ganar a su equipo y disfrutar de su desempeño en el césped. No se les puede pedir que se preocupen de lo que les está vedado ocuparse. Ni, por la otra parte, pretender adhesión inquebrantable a sus decisiones. «No se puede aplaudir con una mano», reza un proverbio árabe. Pero sí mecer la cuna.
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