Manuel Pellegrini, «manquepierda» poco
Uno, que confiesa su admiración por él desde siempre, apostaría todo a su verde. Que es algo más que la esperanza del poeta: una certeza
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Iniciar sesiónEl equipo, tercero, con un bonito colchón de cuatro puntos con el quinto, que además ha entrado en caída libre en las últimas jornadas; el goleador del plantel, primer nacional en el Pichichi y con sólo el sobreasistido Benzema por delante en el ranking absoluto ... y Manuel Pellegrini, prorrogado en su contrato hasta el ecuador de la década. Bien está que al bético le baste con el orgullo de serlo para sentirse bien consigo mismo, pero la buena marcha del club en todos los órdenes fomenta la estima colectiva, tan necesaria a la hora de luchar por objetivos.
Como unos Reyes Magos por adelantado cabe considerar el anuncio de la ampliación del contrato de Pellegrini. El chileno es de los pocos entrenadores de la historia del club capaces de añadir algo de su cosecha a ese lema universal del «manquepierda». Con él los «vivas» son «manquepierda poco», o menos de poco, porque le ha bastado una temporada y media para convertirse en el técnico con mayor porcentaje de victorias de la galaxia verdiblanca. Ya lo había hecho en Villarreal, y en Málaga, y en el mismísimo Real Madrid, del que salió «manqueganara» más puntos que casi nadie, entiéndase por casi Mourinho, en el devenir merengue de todos los tiempos.
Ahora sí puede decir el dúo (dinámico, en el mejor sentido) Haro/Catalán que hay un proyecto serio para convertir al Betis de manera habitual en algo más que un club simpático a nivel nacional e internacional. Quien llevó al Villarreal a disputar unas semifinales de Champions y al Málaga a ser mangoneado en unos cuartos ante el Borussia Dortmund, alienta las perspectivas de éxitos. Que sean a corto o medio plazo va a depender más de las finanzas del club y del tino de Antonio Cordón que del criterio del técnico. Quien ha redimido a tantos futbolistas llamados al ostracismo, seguro que sabe lo que necesita tener a sus órdenes para convertir en objetivos alcanzados su ambición. Uno, que confiesa su admiración por él desde siempre, apostaría todo a su verde. Que es algo más que la esperanza del poeta: una certeza.
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