El coraje obligatorio
Frente a las adversidades, el Betis ha logrado hacer de la necesidad virtud y fajarse con un fútbol menos vistoso pero efectivo. Hay que jugar bien, pero también morder
Alargue del partido en Pamplona. Instantes finales. La grada ruge. El balón sale por la banda tras un falta de Moi Gómez a Llorente y prácticamente todo el equipo e incluso el banquillo saltan como un resorte sobre los jugadores del Osasuna y se forma ... una prolongada tangana en la que el encuentro termina diluyéndose. Con seis bajas de enorme peso, sin Lo Celso, sin Isco, con uno menos en el campo, dando bocados y achicando balones acabó el Betis su último duelo liguero para hacerse con el triunfo, vital tras unas semanas de inquietudes. Volviendo a mostrar, al fin, algo esencial, un elemento básico para llevarse los puntos: coraje.El coraje obligatorio, por otra parte.
Se ha caracterizado el conjunto verdiblanco en estas campañas más recientes, desde Setién a Pellegrini -aunque uno diría que se trata de un asunto endémico-, por ser un equipo de muy buen trato de balón, técnico, hasta pinturero, pero con un nivel de garra, de colmillo, de mala leche y de dominio del llamado «otro fútbol» más bien escaso, peligrosamente alejado de algunas necesidades que, desgraciadamente, también tiene este deporte. ¿Por qué los jugadores béticos apenas protestan las decisiones adversas de los árbitros? ¿Por qué no sale la pelota del campo cuando se necesita que el VAR revise una acción? ¿Por qué no se dejan de 'jugar' los minutos postreros cuando se necesita aguantar un marcador y se evitan así goles como el que hizo el Mallorca en la última acción en el Villamarín? ¿Por qué no se contemporiza más el ritmo de juego o el movimiento de balón con el electrónico a favor? La lista es larga y de eso debe aprender mucho el cuadro albiverde. Como casi todo en la vida, se aprende cuando se enfrentan necesidades mayores y el equipo verdiblanco parece que empieza a adquirir ese tipo de 'conocimientos' cuanto más aprietan los problemas que generan las ausencias por lesión de sus principales figuras. Sin Isco, sin William Carvalho, ahora sin Lo Celso... Frente a las adversidades, el Betis ha logrado hacer de la necesidad virtud y fajarse con un fútbol menos vistoso pero efectivo. En El Sadar la pelota no circuló por el centro del campo como acostumbraba y el balón en largo a los costados y una estrategia más directa pintaron un panorama muy diferente. Y en defensa, saber sufrir hasta el límite de las fuerzas y del reglamento. Si se pierde, que no sea de cualquier manera, como pudo pasar en el derbi, de doloroso recuerdo para la hinchada de Heliópolis no ya por el resultado negativo sino por la manera de caer. Cuestión de actitud. En eso se está avanzando también y aunque ante los ojos del espectador es mucho más imperceptible y menos popular, resulta muy eficaz. Es una obligación, de hecho. Como lo es no volver atrás en los conceptos ya aprendidos. Jugar bien, de acuerdo, pero a veces hay que morder. La pelea no se negocia, por mucho que el Betis se caracterice por su buen pie y el toque de sus futbolistas.
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