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Jean Seberg, la actriz de la Nouvelle Vague destruida por el FBI

JUGUETES ROTOS

La actriz estadounidense se suicidó a los 40 años tras ser espiada y difamada por su apoyo a los Panteras Negras

Romain Gary y Jean Seberg: los servicios secretos le declararon marido y mujer

La actriz estadounidense, Jean Seberg, junto al director Jean-Luc Godard en París AFP
Pedro García Cuartango

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Jean Seberg se suicidó con 40 años. La Policía halló su cadáver, envuelto en una manta, en el asiento trasero de un Renault en septiembre de 1979. Estaba a unos centenares de metros de su residencia en el distrito XVI de París. Había en el vehículo un tubo de barbitúricos, una botella de agua vacía y una nota en la que pedía perdón a su hijo. El forense dictaminó que el fallecimiento se había producido ocho días antes. La actriz estadounidense era un juguete roto, una mujer destrozada que sobrevivió sin rumbo durante la última década de su vida, haciendo papeles marginales que aborrecía.

Al ser hallada muerta, el escritor Romain Gary, su exmarido y el hombre que la amó siempre, compareció ante los medios para señalar un culpable de su suicidio y degradación: el FBI. «Su persecución la volvió loca», dijo. Gary tenía muchas razones para formular esa acusación porque Jean Seberg se convirtió en una obsesión personal de Edgar Hoover, el director del FBI, que ordenó en 1968 una campaña de espionaje y difamación al considerar que era una peligrosa izquierdista. Godard la había convertido en un mito al rodar 'Al final de la escapada' en 1960.

El FBI cometió todo tipo de ilegalidades y superó los límites para destruir a la actriz de Iowa, como demuestran documentos desclasificados. Hoover la incluyó en la lista del programa Cointelpro, diseñado para localizar a infiltrados comunistas en la Administración y en el mundo de los escritores y artistas. Y ello porque Seberg, que no ocultaba su compromiso con los derechos civiles, había financiado con 10.000 dólares a la organización Panteras Negras, considerada por el FBI como «la mayor amenaza» para la seguridad del país en esos años.

La actriz era vigilada día y noche por agentes, su vida, sometida a escrutinio, y su imagen, difamada por campañas organizadas por el FBI. Entre ellas, que mantenía una relación con un líder de los Panteras Negras y que había tenido una hija de piel oscura con él. Era falso, como demostró al abrir la tapa del féretro, ya que la niña solamente vivió un par de días. Un documento desclasificado por orden de un juez corrobora que Hoover informaba personalmente al presidente Nixon y al fiscal general John Mitchell de ese espionaje que se llevaba a cabo sin autorización judicial alguna.

Seberg se convirtió en una obsesión personal de Edgar Hoover

Ambos sabían que se estaba calumniando a Seberg. La actriz se había casado en 1961 con Gary, amigo de Malraux y de Camus y héroe de guerra, condecorado por De Gaulle, con el que tuvo un hijo. El escritor era 24 años mayor que ella. El matrimonio entre Romain y Seberg empezó a atravesar una crisis a finales de la esa década. Se querían mucho, pero ella era una mujer insatisfecha que deseaba tener relaciones con otros hombres. El escritor lo aceptó con resignación y reconoció que era muy difícil satisfacerla sexualmente. Finalmente, se separaron sin romper el vínculo emocional.

Gary se disparó un tiro en la cabeza el 2 de diciembre de 1980 en su apartamento de París. Habían pasado 15 meses desde la muerte de su esposa. No pudo superar la desaparición de Jean, con la que había convivido durante siete años. Tenía 66 años. Su carrera literaria no estaba agotada porque había vuelto a ganar el Goncourt con un pseudónimo para ocultar su identidad.

Seberg era originaria de un pequeño pueblo de Iowa, nacida en 1938 en una familia de ascendencia sueca. Su padre era farmacéutico y su madre, maestra. Había sido educada en el luteranismo. A los 17 años, decidió estudiar artes dramáticas. Era una total desconocida cuando Preminger la eligió para encarnar a Juana de Arco en su película entre miles de aspirantes. Se cortó el pelo y compartió rodaje con Richard Widmark y John Gielgud. Años después, alcanzaría el cenit de su carrera de la mano de Godard en el papel de joven estudiante americana que vendía el Herald Tribune en los Campos Elíseos. 

Tras su suicidio se convirtió en un icono de la rebeldía en los años 60. Madonna recreó su figura, Jodie Foster compró los derechos de su autobiografía para hacer una película, Amazon encargó un documental sobre su persecución por el FBI y su pueblo natal organiza un festival cinematográfico para conmemorar su figura. Descansa en una tumba de Montparnasse en la que alguien sigue depositando flores.

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