Juan Vilá Reyes, la implacable caída de un empresario modelo
Juguetes rotos
Pasó siete años en la cárcel tras ser condenado por el escándalo de Matesa, que provocó una conmoción en el franquismo
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Iniciar sesiónA pocos españoles les dice algo hoy la palabra Matesa y menos todavía les suena el nombre de Juan Vilá Reyes. Y ello porque han pasado 54 años desde el estallido de un escándalo que conmovió al franquismo y que obligó al entonces ... jefe del Estado a realizar una crisis de Gobierno.
El 28 de junio de 1969 el empresario Juan Vilá Reyes fue detenido en su domicilio tras lo que la prensa del régimen llamó un «delito de lesa traición». Vilá Reyes era el presidente y propietario de Matesa, siglas de Maquinaria Textil del Norte, al que la Justicia acusaba de haberse apropiado de 10.000 millones de pesetas. 'El Alcazar','Pueblo' y otros periódicos le calificaron de estafador y le presentaron como un personaje sin escrúpulos que había montado un sistema de ingeniería financiera para enriquecerse con fondos públicos.
La verdad era más compleja. Lo que había hecho Vilá Reyes era solicitar esa suma en préstamos al Banco de Crédito Industrial para financiar las exportaciones de un revolucionario telar que fabricaba en Navarra. Esas exportaciones eran una simulación porque los pedidos los realizaban sociedades instrumentales del empresario en el extranjero. Los telares se guardaban en almacenes o eran arrojados al mar desde los barcos que los transportaban, según las versiones que circularon entonces. Y el dinero entraba en la caja de Matesa, sirviendo para financiar las operaciones del grupo. No hay constancia de que Vilá Reyes se apropiara de una sola peseta.
Vilá Reyes tuvo que esperar a mayo de 1975, casi seis años después de su detención, a que la Audiencia de Madrid dictara sentencia. Seis meses más tarde, falleció Franco. Fue condenado a 223 años de cárcel por delitos de estafa, cohecho y falsedad mercantil. Su defensor fue José María Gil-Robles, antaño líder de la CEDA.
«Fui un chivo expiatorio. Me vilipendiaron y me utilizaron. Pero yo nunca me apropié de dinero ajeno ni hice nada de lo que me pudiera avergonzar»
El empresario catalán salió de prisión con la amnistía decretada por Don Juan Carlos tras haber cumplido una pena de siete años de cárcel. La mitad de ellos se los pasó bajo arresto domiciliario por enfermedad y el resto estuvo en Carabanchel y la Modelo de Barcelona. «Nunca me dejé abatir por el miedo o la tristeza», le escuché decir a mediados de los años 80 cuando me hice amigo de este hombre educado y afable, impecablemente vestido, que intentaba rehacer sus negocios.
En las conversaciones que mantuve con él, explicaba que su caída se fraguó en el contexto de las luchas internas del régimen de Franco. Fraga, Solís y Girón, vinculados al sector falangista, querían minar el poder de Carrero Blanco, López Rodó y los tecnócratas del Gobierno. Y le eligieron a él como cabeza de turco por su amistad con López Rodó y su identificación con el Opus, al cual no pertenecía, según sus palabras. La crisis provocó que Franco tuviera que remodelar el Ejecutivo en medio de un gran escándalo. Fraga fue cesado.
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Vilá Reyes era entonces el empresario más popular de España y había aparecido en el programa 'Esta es su vida' de TVE, entrevistado por Federico Gallo. Era un innovador que había heredado de su padre una pequeña empresa textil. En 1965, fundó Matesa, que explotaba la patente de un revolucionario telar sin lanzadera. La sociedad tuvo una rápida expansión, abriendo filiales en Francia y otros países. Casado y con siete hijos, Vilá Reyes era muy aficionado al fútbol. En 1962, fue nombrado vicepresidente del Español y, cinco años más tarde, presidente. Fue el artífice de la época dorada del club con grandes fichajes como Marcial, Lico y Glaría. Su ambición le llevó incluso a intentar comprar el estadio de Les Corts del Barcelona.
Políticamente, Vilá Reyes se consideraba liberal y no dudó en apoyar al Gobierno de Felipe González cuando ganó las elecciones. Era un hombre culto, un gran lector, escribía poesía y tocaba el piano de forma virtuosa. Había conocido cuando era ministro a Giscard, con el que se identificaba por su talante centrista. «Fui un chivo expiatorio. Me vilipendiaron y me utilizaron. Pero yo nunca me apropié de dinero ajeno ni hice nada de lo que me pudiera avergonzar. Y mantuve el ánimo en la cárcel sin dejarme abatir», me confesó. Murió en paz en 2007 a la edad de 81 años.
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