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DESDE SIMBLIA

Varas de medir

JOSÉ CALVO POYATO

ANTES de implantarse el sistema métrico decimal, cuando la unidad de medida era la vara, los conflictos estaban servidos. Compradores pícaros o vendedores astutos aprovechaban la falta de uniformidad en las medidas para utilizarla a su conveniencia. Con frecuencia, para evitar conflictos, los escribanos concretaban la unidad de medida por las que se regían los contratos. En España gozó de mucho predicamento la vara de Burgos cuya longitud era de 0´835905 metros. Las había más cortas, como la de Teruel, con 0´768 metros, y más largas, como la de Alicante, que alcanzaba los 0´912, muy similar a la inglesa, conocida como yarda. Los ingleses, que son muy suyos, la han mantenido en uso hasta hace pocos años por no aceptar el sistema métrico decimal, que para más inri fue un invento francés con ayuda española.

El uso de diferentes varas de medir, que antaño daba lugar a problemas en los tratos y contratos, continúa planteándolos hoy, aunque ya no están referidos a pícaros compradores o astutos vendedores. Lo encontramos a diario en los grupos de comunicación, fuertemente ideologizados. Significa que tenemos distintas varas de medir en los periódicos, en las emisoras de radio, en las cadenas de televisión, en los llamados tertulianos y, desde luego, en los políticos. Comparen como son presentados en diferentes cadenas de televisión, por ejemplo, la existencia de indicios de corrupción en una determinada formación política o cómo dan las noticias los periódicos. Vean a los tertulianos, por ejemplo, pedir respeto a la presunción de inocencia o arremeter, sin tenerla en cuenta, según el indicio de la fechoría apunte a un político de su ideología o sea diferente a la que a él se le supone. Así crece el descrédito.

Un ejemplo palpable de distinta vara de medir lo tenemos en el ministro Montoro. Subió el IVA señalando que era bueno para incrementar los ingresos públicos, Un año antes lanzaba augurios catastróficos a cuenta de la misma subida cuando la ministra Salgado anunciaba una subida del mismo impuesto. También cuando Alfredo P. Rubalcaba exige ahora que se destine la mitad de lo recaudado en la lucha contra el fraude fiscal en impulsar el empleo juvenil. No destinó un solo euro de dicha procedencia a ese fin, siendo vicepresidente del gobierno; lo mismo que hace exigiendo una nueva legislación sobre desahucios. Cuando era vicepresidente del gobierno no dijo esta boca es mía ante los que había entonces. Los desahucios no son cosa del último año. Singular es el caso del secretario general de Izquierda Unida, Cayo Lara, pidiendo transparencia y medidas contra el fraude, cuando las cuentas de su formación son opacas. Ni ingresan a Hacienda las retenciones de IRPF de sus trabajadores ni pagan las cuotas a la seguridad social. Todo un ejemplo de distinta vara de medir

Con indicios mucho menos contundentes de los que apuntan a la ministra Ana Mato, los populares piden las cabezas de adversarios políticos, al igual que con esos mismos indicios, como en el caso de José Blanco, los socialistas piden lo propio con los populares. Las viejas varas de negociantes y mercaderes, con longitudes diferentes, que tantos problemas originaron en otro tiempo, siguen vigentes. Hoy se traducen en falta de credibilidad, también en los medios de comunicación. La valoración de los periodistas anda por los suelos.

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