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Cómo se recibe a un obispo

Cómo se recibe a un obispo ROLDÁN SERRANO

POR LUIS MIRANDA

Álvaro Rodríguez detalla el ceremonial de las hermandades y analiza la cofradía como «ejercicio de protocolo»

La pregunta parecería sencilla: ¿Cómo se recibe a un obispo que viene a la fiesta de regla de una cofradía? El periodista Álvaro Rodríguez del Moral lo respondió ayer en una didáctica conferencia en el Círculo de la Amistad: «Ceremonial eclesiástico en las cofradías, un caso práctico». El caso práctico era la fiesta de regla de la Misericorida que el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, presidió el año pasado en San Pedro, con motivo del 75 aniversario de la cofradía. «Era un ejercicio de protocolo que había que resolver y había que darle dignidad», dijo.

No se hizo así, se hizo un ceremonial lleno de comunicación, que Álvaro Rodríguez desglosó. «Las cofradías son fuente e instrumento de protocolo porque son garantes de una tradición litúrgica, ceremonial, histórica y por supuesto religiosa», resumió.

El obispo, pues, acudía a San Pedro a ser recibido tanto por la hermandad como por la parroquia-basílica. «La hermandad lo recibió con la bandera, que representa a toda la hermandad, y escoltada por varas y el hermano mayor, que entrega la vara dorada al obispo y lo reconoce como autoridad máxima». También lo recibía el párroco y dos acólitos (con sotana negra y sobrepelliz mozárabe), uno con una pértiga y otro con un relicario de los Santos Mártires. Era importante la vestimenta. El obispo, avisado del recibimiento, llevaba la sotana filetata (con los filos carmesí) y el párroco, con la ropa talar de canónigo.

«Le dio a besar la reliquia, el mayor tesoro, y se organizó un cortejo que visitó el sagrario, al Señor de la casa», concluyó Álvaro Rodríguez, que insistió en que «son cosas importantes». «Se ha perdido mucho después del Concilio Vaticano II y es bueno que se recuperen», insistió.

A partir de ahí, el periodista tiró de muchos hilos para hablar del ceremonial y protocolo en las hermandades, como la mesa de gobierno en las fiestas de regla, y de la cofradía como en la calle como «ejercicio de protocolo». Empieza por la cruz de guía, «una conquista» que marca la independencia de la cruz parroquial. «El libro de reglas muestra los derechos», dijo, mientras que el preste «representa a la autoridad eclesiástica y preside, simbólicamente lleva los pasos».

No huyó lo considerado poco propio al hablar de las dalmáticas. «Es absolutamente impropio e incorrecto que se las pongan los nazarenos, un nazareno no es un acólito», concluyó. ¿Y los no ordenados? «Es un terreno resbaladizo. Es la vestidura propia del diácono, que ahora no se la suele poner, pero en la tradición litúrgica hispana también del acólito, y hay testimonio gráfico del Corpus de Córdoba», contó Álvaro Rodríguez, que sí definió como «absolutamente impropio» que las mujeres lleven dalmáticas, como ha pasado en determinadas cofradías: «Es disfrazarlas».

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