Los 72 sabios de la Torre Eiffel
La turística torre construida para la Expo de 1889 esconde entre sus piezas de mecano un homenaje a la ciencia

En el momento de su construcción Gustave Eiffel (1832-1923) hizo grabar el nombre de setenta y dos sabios –savants inscrits sur la tour Eiffel-, que corresponden a científicos, ingenieros e industriales franceses que realizaron aportaciones relevantes en sus campos entre los años ... 1789 y 1889.
Las letras, cinceladas originariamente en oro, tienen sesenta centímetros de altura y pueden ser observadas a simple vista desde la base de la torre.
El número no fue casual, una cifra igual de académicos había escrito una página destacada en la historia: la primera traducción del Antiguo Testamento a otro idioma, al griego.
El suceso tuvo lugar durante el reinado del faraón Ptolomeo Filadelfo y lo realizaron setenta y dos sabios judíos en el plazo de setenta y dos días. Por esta razón esta versión de la Biblia se conoce habitualmente como la ' Septuaginta ' o Biblia de los Setenta .
Rechazados los de apellido largo
Sobre la elección de los científicos galos poco se sabe. Muchos, como Henri Etienne Sainte-Claire Deville –inventor del aguarrás y descubridor del touleno- o Jean-Baptiste Boussingault –el descubridor de la fijación del nitrógeno en los suelos por la acción de las leguminosas-, fueron rechazados simplemente porque su apellido era demasiado largo.
El nombre de los científicos se encuentra situado en los entrepaños de las ménsulas que soportan la primera línea de los balcones, a razón de dieciocho nombres por cada lado –Trocadero, Escuela Militar, Grenelle y La Bourdonnais-.
Los nombres desaparecieron en el curso de una campaña de pintura a comienzos de siglo veinte, pero, afortunadamente, fueron restaurados a mediados de los ochenta.
Tan sólo hay dos médicos
Los científicos pueden ser agrupados en doce categorías científicas, en la que predominan los matemáticos y topógrafos (17), seguidos de los ingenieros (15). También hay astrónomos, agrónomos, constructores, geógrafos, mecánicos, físicos, mineralogistas y dos médicos, Broca y Bichat .
El listado tiene numerosas singularidades, por una parte, no hay ninguna mujer, salvo dos todos estaban muertos en el momento de la inauguración y la edad es muy variable, el más joven murió con treinta años y el más anciano, Chevreul , a la edad de ciento tres.
No parece existir ningún orden o clasificación jerárquica entre los agraciados y ninguno de los apellidos tienen acentos ni signos diacríticos.
Larga vida a la Torre
En principio la mole de hierro debería destruirse a comienzos de los años veinte, Gustave Eiffel pensó que, quizás, podría alargar su tiempo de vida si dotaba a su diseño de algún tipo de función científica.
Por este motivo, además de incluir el nombre de los científicos especificó que la torre podría ser utilizada para realizar observaciones meteorológicas y astronómicas, para realizar experimentos de física, para usarla como telégrafo óptico o, simplemente, como un punto de alumbrado eléctrico.
Además, dotó a la torre de numerosos aparatos científicos, entre los que se incluyeron barómetros, anemómetros y pararrayos, y reservó una oficina en la tercera planta para realizar observaciones de astronomía y fisiología. La verdad es que a Eiffel no le salió nada mal la jugada.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación
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