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Bono deja al desnudo la política más confidencial en «Les voy a contar»

Los nostálgicos del PSOE arropan al político en la presentación de su nuevo libro

Bono deja al desnudo la política más confidencial en «Les voy a contar» Fotos: ana pérez herrera /Carlos Carbonell

maría José Muñoz

José Bono lo cuenta todo, o casi todo, en su libro «Les voy a contar» , incluso cosas que muchos pensarían debieron quedar para siempre en las alcantarillas de la Historia. Pero el «ex» de casi todo en la política española, sobre todo expresidente de Castilla-La Mancha, es un hombre audaz y algo obsesivo. Y también quiere vender muchos libros, que para eso se ha pasado 20 años nada más y nada menos tomando notas, copiando diálogos con «comillas», observando esas escenas y reacciones del ámbito confidencial que a los ciudadanos de a pie, esos que ahora tanto denostan a la clase política, siempre les estarán vedadas.

Como ya ha hecho en numerosos actos previos , Bono llegó ayer a un Palacio de Benazacón abarrotado a hablar de su libro , el estilo Paco Umbral, el primer tomo de un diario «bendecido» por la editorial Planeta donde no deja «títere con cabeza»; habrá que leerlo para comprobar si hace examen de conciencia consigo mismo también. Comenzó Bono a hablar y no paró hasta una hora después, mientras escuchaban en las primeras filas muchos nostálgicos del socialismo castellano-manchego; pocos «barredistas», si es que queda alguno, y el que fuera deán de la catedral primada, Santiago Calvo, sin olvidar al sucesor de Jordi García Candau en la extinta «Telebono», Nacho Villa, a quien recordó, sin citarle, a su compañero en las ondas Federico Jiménez Losantos, de quien Bono hablaba mal a su gran amigo el cardenal Marcelo mientras éste se hacía el sordo argumentando que «las mañanas están hechas para rezar, no para oír la radio», en referencia al nombre del programa radiofónico de la COPE donde el polémico periodista ponía a caldo a la alta jerarquía eclesiástica.

No se vio a ningún representante del PP en el acto, con la sola excepción de la fugaz presencia del exalcalde de Toledo, José Manuel Molina, amigo personal de la familia Bono. Su sucesor, Emiliano García-Page, sí ocupó un asiento en primera fila y para él tuvo este político-escritor las palabras más cariñosas en estos tiempos en que «para la política, pintan bastos». En rueda de prensa, Bono había dicho por la mañana que no ve lejano que el PSOE vuelva a ganar las elecciones en Castilla-La Mancha, aunque no concretó con qué candidato. Pero seguro que pensaba en Page, a quien reprochó haber llegado al acto «un poquito tarde...por todos los que le han parado por la calle para saludarle». Y es que, para Bono, Page «es una seta en un desierto», en relación a los malos momentos por los que pasa el socialismo español.

También piensa el expresidente del Congreso y exministro de Defensa, en relación a los aires independentistas que soplan por Cataluña, que cualquier decisión sobre un territorio «corresponde a todos los españoles». Y que salir de la situación de postración que vive España es posible «estando lo más juntos que podamos la izquierda y la derecha, usando la cabeza para pensar y salir adelante: eso es lo más leal y lo más patriótico». Se refirió también el singular escritor a ese tercer problema que en las encuestas representan los políticos para los ciudadanos. Y como buen «cuentista» contó cuándo comprendió Adolfo Suárez que tenía que dimitir: Fue un día que iba en el coche oficial y éste se puso a la altura de un joven que viajaba en moto. Suárez abrió la ventanilla y le dijo: «Buenas tardes». La respuesta del joven fue nítida: «Hijo de puta». En su caso —contó con modestia incontenida—, «puedo ir andando por Toledo, e incluso llegar a la catedral» sin recibir insultos o ser increpado por la gente, y a esos «a los que les gusta hacerse fotos» con él les dice: «¡lo que me faltaba, no van a perdonarme!».

«¿Es que lo has publicado?»

Modestia, lo que se llama modestia, mucha no ha tenido Bono a la hora de desvelar en su libro conversaciones de la Ejecutiva Federal del PSOE, hasta el punto de que un día le espetó Pepe Blanco: «¿Pero es que lo has publicado?», arrepentido ya de haber permitido al pertinaz político «husmear» en las grabaciones de tales reuniones. «!Pero si hace 20 años!», se justifica con ojos picarones.

Solo ha privado a sus potenciales lectores y pasado a la censura dos asuntos «por razón de la materia grave», dos personas que le pidieron encarecidamente que no publicara episodios que seguramente se irán a la tumba con el propio autor, que ha procurado ser «ameno, divertido y no ladrillo».

Felipe González es uno de los personajes que mejor parado sale en el libro («en el siglo solo habrá dos o tres como él», le dedicó ayer Bono); el peor, quizá Alfonso Guerra; Garzón, una de cal y otra de arena. Y para el Rey no oculta su aprecio y pide comprensión: «Antes que divino, es humano».

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