Arando en el mar
Binomio turismo petróleo
Existen extensos tratados sobre la viabilidad o no del fenómeno denominado binomio turismo petróleo. Aunque evidentemente cada cual opina al respecto según le va o dependiendo de los intereses particulares, políticos, económicos, ecológicos o periodísticos que estén en juego en cada momento, circunstancia y lugar; pero la realidad suele ser práctica ante todo, y ante polémicas estériles y casi siempre interesadas, hay que acudir siempre a los hechos. Este binomio se da con mayor o menor éxito en determinados países, casi todos situados en el Golfo Pérsico, pero también en otros lugares como Noruega, Brasil o México.
Casualmente en los países árabes que acumulan los mayores y más rentables yacimientos de hidrocarburos del planeta, hace tempo que se percataron de que su oro negro, principal y casi única fuente de riqueza, tenía fecha de caducidad y que, por consiguiente, tenían que diversificar su economía. Comenzaron por el ladrillo, construyendo megaciudades, pero también lujosísimos complejos hoteleros con la intención de atraerse un turismo que, al principio, pudiera complementar sus ingresos, pero que a la larga pudiera constituir su principal fuente de riqueza. Y ahí están. Nadie pone en duda lo bien que se complementan ambas actividades y cómo, de hecho, dichos países se han convertido en muy poco periodo de tiempo en unos destinos turísticos de primer orden.
El turismo puede y de hecho convive con casi todas las actividades humanas, incluso con climas extremos, paisajes atractivos o desoladores, con tiempo primaveral o con temperaturas polares; con lo único que no se lleva bien el turismo es con la inseguridad; ya sea porque le dé por hundirse a los cruceros, bien porque se produzca una catástrofe natural, o porque, de pronto, le coja a uno inmerso en un golpe de Estado mientras toma el sol; no digamos ya si hablamos de terrorismo. Hechos recientes sucedidos en el norte de África así lo han puesto de manifiesto; ya que, simplemente una bomba colocada en un hotel o en un mercado atestado de personas - donde estadísticamente siempre habrá un turista -, puede ser una verdadera catástrofe para el futuro inmediato del turismo de la ciudad, la zona o incluso el país.
Por consiguiente, los políticos que se supone deben tener una responsabilidad sobre sus administrados y sobre todo sobre lo que administran, deberían ser un poco más comedidos en sus palabras y no polemizar sobre si para Canarias le viene bien o no que se hagan unas prospecciones a 60 Km. de sus costas; obviando de camino cualquier beneficio colectivo, incluido la posibilidad de diversificar la propia economía; afirmando encima de forma irresponsable, de que dicho binomio es incompatible porque nuestra actual actividad, el turismo, está basada en unas supuestas condiciones naturales, de paisaje y no se qué más tonterías sobre la biodiversidad; cuando la realidad es que nadie se ha preocupado, precisamente, por salvaguardar nuestro paisaje, para ello nada más hay que ver como nuestras costas turística están minadas de mamotretos, que en algunos casos se han comido no sólo las playas sino hasta las montañas; o cómo se puede hablar de biodiversidad cuando, justamente, este mismo gobierno canario fue capaz de modificar el catálogo de especies protegidas para poder construir con total impunidad el puerto industrial de Granadilla, puerto que al parecer ni siquiera hace falta.
Puede que el petróleo sea la solución para el futuro económico de Canarias, si se hacen las cosas con la seguridad debida y con una perspectiva generosa y global y no, precisamente, desde una posición política local y meramente partidista.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete